sábado, 31 de mayo de 2014

La sombra del poeta



Baja del firmamento
la esperanza de la gloria y
en el rincón turbio del corazón
la herida cortada cubre con
nostalgia la sombra del poeta.
Y en el misterio que cantas
extraes de la Tierra
el aflictivo cementerio
de sonora seda
que en la tristeza viril
llega la noche preñada de
estrellas.
Por el horizonte y
en empinados vórtices
un corazón oprimido
moldea el alma
a la alborada de sus versos.
La sombra del poeta
cubre la tumba inmensa
que flota en sus ojos donde
olas de rojizas espumas
llegan e iluminan el camino
de ciprerales castos.
La pasión y el llanto
estremece los cimientos
en soberbias rimas
hoy siento el azul ensueño
donde el alma queda en la
sublime curva de las nubes
allí donde nace
la sombra del poeta.

Euterpe ©

viernes, 30 de mayo de 2014

Alma solitaria.


Me arranque
el alma solitaria
de ardientes
tristezas
donde cae
desfallecido
y apagado
el alma
de la esperanza
muerta.
En tu boca
se sepultan los
besos
formando
el cortejo
del deseo
entre rimas
que van a dar
al aire del
desierto.
Habrá entonces
poesía
y volarán
letras
lavadas de
perfumes y
armonías
que recorrerán
el mundo
a tus pies.

Euterpe ©

jueves, 29 de mayo de 2014

CARTA Nº 20

Sara Herranz Illustration

Amor mío, estuve por fuera de Bogotá dos semanas, a veces me cansa la ciudad, tu sabes que aquí todo huele a mierda y marihuana, necesitaba salir y despejar mi mente, apartarme de tanta tristeza que recorre las calles y las autopistas, de los lugares oscuros, de los mendigos y de las prostitutas que dejan oliendo las calles a sexo sin cariño. 

Anoche apenas llegue me puse a la tarea de revisar el correo y leí tus cartas, parece que todo está bien contigo en la lejanía, esta semana quizás vaya a visitar a mi madre que no la he visto después de que falleció mi padre, pero quizás ni me necesite, sin embargo creo que ahora yo la necesito a ella, aunque ella nunca lo sepa. 

¿Has sentido ese sentimiento en que no tienes ganas de escribir porque las letras se las lleva el viento, la mente no teje las palabras y la disonancia con el sentimiento es menos profundo?

Me disculpo amor mio, por no comprender tu sentir. Te escribiré pronto.

Con cariño, Manuela Zimmerman

Euterpe ©

Cesa la lluvia.



Por fin cesa la lluvia y 
se calma la aurora de mi llanto
que desciende mutilada y
avasallada de miedos entre
sollozos y delirios que
destruyen las mañanas
y empequeñecen mi alma.


Por fin cesa la lluvia y 
se calma la aurora de mi llanto
que parpadea con indiferencia
a mi ultima esperanza que
desnuda camina por los
misterios de los sueños.

Por fin cesa la lluvia y 
se calma la aurora de mi llanto
que tendida de amargura
ve pasar el tiempo con sus 
atroces melodías de presagio
donde la penumbra 
cuelga mi ser.

Por fin cesa la lluvia y 
se calma la aurora de mi llanto
que sin memoria se avergüenza 
de la noche y se niebla 
al instante como un huracán 
donde oigo tus gritos. 

Por fin cesa la lluvia y 
se calma la aurora de mi llanto
y de mis guardados recuerdos
donde tu imagen brota
al suspirar.

Euterpe ©

viernes, 23 de mayo de 2014

Allí había un amor.



Sara Herranz Illustration

La ignominia vieja de la noche
golpea las puertas
mientras caen hojas 
sobre la cama de 
los desahuciados
que viajan en el tiempo
derribando la esperanza
de los pobres de corazón
que están a punto
de llorar.
Lágrimas caen asfixiando
los cuerpos que reclaman
destinos gloriosos
en días inútiles de octubre
incapaces de redimirse
al amor fructificante
que viaja sobre las golondrinas
en noches de verano.
La melancolía de nuestro amor
crucificada y ardida
derrama llantos
de un amor débil
que arrulla la soledad
de nuestros días
te quiero, pero
lejos de ti he vivido
ignorada.

Euterpe ©

En el túnel del silencio.





En el túnel cruje el silencio
de nuestros fantasmas
y sobre nuestra memoria
con monotonías de
tristezas eternas y
lágrimas viejas,
viajan pensamientos
ausentes de sí mismos.
La angustia cae sobre
constelaciones de esperanza
que arrastra la historia
de seres olvidados
que viajan a la eternidad
como gladiadores que
se baten entre sí,
cuando la cólera
sube lento por las sienes
de quienes desean marchar
a túneles secretos
donde lloran y cantan
las penas.
En el túnel cruje el silencio
de inviernos sin lluvia ni nieve,
y entre el horizonte viaja
el viento de torbellinos
huracanados
donde el viajero
adormecido
se desliza
vacío.

Euterpe ©

Vengo a verte


Vengo a verte mientras 
el silencio dormido respira
frente a las estrellas
de rubios follajes
y embriaga al tiempo.

Vengo a verte mientras
el sueño lame mi pecho
que se ondula entre nosotros
aquí siento yo,
un dolor riguroso
donde arden las penas
de un poeta que
duerme aún
por favor,
forja mi alma
que mis letras
se derraman
como un croquis
sin mar.

Vengo a verte mientras
alzo los ojos
con esfuerzo palpitante
a través de poros y
olas de viento
en una puerta que se abre
donde surgen lágrimas
que se abrazan
unas a otras
pero el cielo insiste
en romper
estas celdas
y por eso

vengo a verte.

Euterpe ©

martes, 20 de mayo de 2014

Muere.


Imagen: Sara Herranz Illustration

Torbellino que naufragas
con encono y violencia
me has vencido, 
¡Resiste! vida mía.
Si combato sentiré en
el fondo de mi alma
el triste consuelo
de mi derrumbamiento.
Ya verás, alma, ya verás,
no te quejes del destino,
ni del dolor de la muerte,
canta al abismo eterno
que vive ayuna de deseos.
Años he contemplado las
estrellas sumidas de éxtasis,
pero grita fuerte, que te oiga
el resto del universo,
de perfume sutil,
y de contiendas bajo el sol
de su desierto.
Te dejo vida mía,
con tus esplendores matutinos,
mientras el viento sopla, y
el cierzo pasa lleno de lágrimas
con una inscripción que dice:
¡Muere!

Euterpe ©

Crepúsculo.


Siento como oprimes mi pecho
de reposo asfixiante, donde
mi miedo se mezcla con
el horror y el delirio.

Por suerte no estaba mi sombra,
invadida de cárceles y cepos,
oculta en las cenizas de
cielos sin nubes.

Ahora galopo al ritmo de las
olas de mar que tu llamaste,
cansada del desastre y de la
rompiente mezcla entre
magnolias y rosas.

Hemos llegado al crepúsculo,
que ofrece el rocío
de atardeceres rojizos,
donde los abrazos allanan
las horas, y el amor alivia la
angustia de los días.

Euterpe ©

INSTANTE.



En este instante infinito,
donde la soledad humedece
mis ojos al parpadear,
y donde la oscuridad devora 
el olvido destruido, indescifrable,
desnudo de sangre y
donde a Dios invoco,
duermen pesadillas suaves
de lúgubres y recónditas
ganas de vivir.
A este pobre instante,
llegan socorros y alertas
que humedecen mis letras de
inexorables emociones clandestinas
donde te remuerden los días
de tu fatigada vida,
aún
cuando la muerte
se posa desnuda.

Euterpe ©

viernes, 16 de mayo de 2014

Olas de mar.


Imagen. Sara Herranz

A veces usted sonríe
y no importa
cuan feo
hermoso
lindo
es su rostro.

A veces usted llora
y no importa
cuan grande
pequeño
profundo
sea su dolor.

Y si la sonrisa y
el llanto
vienen de lo
más profundo de
su alma
entonces,
su llanto y su sonrisa
son olas de mar
que cubren
el mundo.


Euterpe ©

jueves, 15 de mayo de 2014

Ay, mi Colombia

Ay! mi Colombia,
el mar esquiva el aire donde
se cuelga el sol y vuelan los pájaros
desnudos bajo nubes de fantasía
deseosas de tocar el cielo
de crepúsculos desgarrados
y de pronósticos difíciles.
¿Quién iba a prever que la tierra
iba a rugir, de terremotos,
explosiones, y atentados?
¿A dónde Dios nos ha de llevar,
en este mundo echo de/para salvajes?
Hombres, mujeres y niños lloran
tras las puertas de lata y madera
¿Será un indicio del exilio que nos
toca vivir en la tierra de "Don nadie"?
Ojos felinos,
vigilan nuestras sombras,
y al acecho como presas hemos de estar,
Oh! la tierra ruge,
ríos de sangre y lágrimas se desbordan,
sólo nos queda el cansancio, el
vértigo del desamparo y el despilfarro
de un destino escrito con sangre.

El que quiera irse puede hacerlo.
Yo me quedo.

Euterpe ©

He intentado



Juro que he intentado:
soñar despierta,
reír a carcajadas,
creer en la felicidad de los
cuentos de infancia,
llorar sin miedo,
caminar erguida,
vivir hasta quedarme
sin aliento,
tener amigos y beber
con ellos,
abrazar a la soledad
con esperanza,
amar, sin temer a ser
abandonada,
creer en Dios y en el
infierno,
soportar el horror que dejan
las perdidas,
abrir mis brazos a los 
hombres que me desean,

y con todo esto y más,
te juro que he intentado 
No morir en el intento.

Euterpe ©
 

miércoles, 14 de mayo de 2014

El zaguán del infierno


Imagen de Sara Herranz.
Esta soledad que ruge
y sucumbe a mis pies,
que contempla distraída
a mi tristeza inerte,
de resentidos pesares.

La Luna oculta la vida
que sé que vendrá y
mi esperanza se va,
por los caminos nublados
de noches abandonadas.

Sé que es triste estar así
me siento sola, y eso lo sé,
las paredes se oscurecen
y caen ríos de lágrimas sobre
mis pómulos descuartizados
por remolinos de viento
que afilan mis delirios.

Para la memoria un entretiempo 
de noches clandestinas, 
el destino abraza a la muerte
que deambula por las montañas
que invaden el alma de los 
perdidos, que reinan el 
zaguán del infierno.

Euterpe ©

jueves, 8 de mayo de 2014

JUAN VEGA



Cuando Juan Vega nació en 1990, habían pasado ya cinco años de la avalancha de Armero, tres años antes, Lucho se había coronado campeón en la gloriosa Europa, y el año anterior mientras su madre se acariciaba la pansa cantando las canciones del Cacique de la junta Diomedes Díaz, muere Galán asesinado en un mitin electoral. 

En 1998 mientras su padre veía coronarse campeón de futbol a Francia en el mundial por la TV, Juan veía encerrado en su habitación “El laboratorio de Dexter” en donde imaginaba, qué pensarían sus padres si él fuese algún día un gran científico, como esos que nombraba su profesora de ciencias naturales en el colegio, Einstein, Newton y Stephen Hawking. Juan era un alumno promedio, un chico solitario y sin amigos, que encerraban y golpeaban en los baños durante los recreos; hacía parte del equipo de futbol de su colegio donde se destacaba por sus hazañas goleadoras, soñaba con ser algún día como Valderrama, Asprilla o el “Tigre” Castillo, incluso llevaba el número 10 marcado en la espalda del uniforme de su equipo, ese día cuando convirtió un triplete en un partido, Juan supo que había encontrado una afición capaz de sustituir a la TV y los videojuegos. Se pasaba días viendo canales deportivos, llenando álbunes de diferentes equipos de futbol colombianos (eso sí, sin caer en la filatelia), escuchando las críticas y los comentarios deportivos en la radio, leyendo noticias deportivas en El Tiempo, y los fines de semana se sentaba con sus primos a ver los partidos de la Copa Postobon, luego salía a la calle y se quedaba jugando con ellos hasta casi las 10 de la noche. Así eran sus fines de semana, los cuales empezaban con un maratón de deportes a la medida de su tiempo, se bañaba con agua tibia hasta que los dedos de sus pies y manos se parecían a los de sus monstruos favoritos como Sinclair o Alf.

Dos años después de la caída de las Torres gemelas, Juan cumplió trece años, inesperadamente su afición por el futbol empezó a declinar, Juan se había vuelto más callado, “ensimismado” decía su madre, pasaba horas encerrado jugando videojuegos, sus papás quedaron confundidos cuando la decoración de su cuarto en el apartamento 603 de La Colina, había pasado de afiches de sus futbolistas favoritos, a afiches de juegos de guerra y aventura como Crash, Mario Bross, Age of Empires, Metal gear, Residen Evil, y Mortal Kombat, se había vuelto agresivo en el colegio, y pensaron que Juan estaba consumiendo mariguana. Ese año Juan perdió séptimo grado, y nunca más volvió a aparecer en la lista de los alumnos más aplicados de su clase. Juan mentaba la madre a la vida que le había tocado vivir, él necesitaba que la vida que tenía atrapada en su pecho, escapara de su cuerpo como por la válvula de una olla exprés. Su madre una abogada de prestigio de la Contraloría de la República creía que lo de Juan era un “arrebato de la adolescencia” y que no tenía por qué preocuparse, mientras que su padre un ingeniero y alcohólico devoto, no recordaba ni las buenas y malas noticias que giraban en torno a su familia.

En realidad, Juan solo iba al colegio para fumar mariguana, ese día el porro había estado tan bueno que tres toques bastaron para ver cómo el cielo azulado crepitaba fugazmente, pero una noche del 2006 estaba con Chucho su mejor amigo de la secundaria viendo una película de miedo, de esas que tanto les gustaba ver y que habían comprado a 2.000 pesos en el San Andresito del Norte, cuando inesperadamente Chucho se levantó lentamente del sofá, se sentó sobre la ventana que daba directamente al parque de su conjunto y se tiró del noveno piso de su apartamento producto del LSD que lo hizo lanzarse como si fuese una fruta psicodélica. Juan devastado por lo ocurrido dijo adiós a lo nunca había considerado una vida peligrosa. En ese momento, para Juan la droga había dejado de existir, por primera vez en años se cortó el pelo, y cambio de look. Los meses siguientes a la muerte de Chucho, Juan empezó a escribir, se volvió amante de la lectura y se convirtió en el pelao más pilo de la secundaria. A Juan, le encantaba tanto la lectura que en una semana se había leído todos los libros de Andresito Caicedo, su escritor favorito.

Una mañana mientras se arreglaba para salir al colegio y escuchaba en la radio la noticia sobre la liberación de Ingrid Betancourt, pensó en su futuro y decidió elegir su carrera, escogió Literatura, Juan tenía claro que lo único que él quería hacer el resto de su vida, era escribir y viajar. Unos meses más tarde, después de haberse graduado de la secundaria, Juan se presentó en la Universidad de los Andes, allí durante cinco largos años Juan mantuvo la promesa que le había hecho a Chucho una semana antes de su muerte, la de No ser un fracasado. Una tarde mientras dictaba una conferencia en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional sobre Literatura Precolombina, y pasados dos meses de la muerte de Nelson Mandela, Juan ganó el premio Alfaguara de literatura.

Y como decía el dicho, Juan ya había sembrado un árbol, ya había escrito un libro, lo único que le faltaba era recorrer el mundo. Semanas después Juan compro un morral, ropa para todo tipo de climas, un tiquete para Australia, y mientras despegaba el avión, se fue tarareando su canción favorita de los Beatles, “we all live in a yellow submarine”…

Euterpe ©