Bienvenidos a la página de Julie Paola Lizcano Roa (Carlotta De Borbonet). Aquí, podrán encontrar algunos textos de la creadora de este blog. Disfruten de sus letras. Pido respeto por los derechos de autor ©, podrían ser denunciados, dado a que son poemas que están en proceso de publicación. GRACIAS
lunes, 22 de abril de 2013
domingo, 21 de abril de 2013
EL TIEMPO
-Un poeta lo puede
soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo.
Pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Un poeta,
en cambio, lo puede soportar todo- Roberto Bolaño
Hay noches en que despierto por el olor que dejas en
el aire, ese olor a ausencia. Empecé a sentirme así desde muy pequeña...esa
soledad siempre presente en las esquinas de cada habitación en las que he
estado, ese olor a ti que inevitablemente está supongo yo, desde que estaba en
tu vientre, ese a olor a ti, ese olor de madre, pero ya no estás.
Recuerdo una mañana hace ya maso menos 20 años o más,
cuando repentinamente deje de sentir tu olor, y me dedicaba cada día a
buscarlo, bajo mis axilas, sobre mi ropa, bajo mi almohada, año tras año, hasta
que me rendí y me di cuenta que ya no estabas, que ya no me pertenecías,
que habías desaparecido tan de repente, sin adioses, sin abrazos, ni
besos de despedidas ¡QUE VACÍO!.
Cuando me dijeron que escribiera sobre la adopción y
todo lo que ella ha conllevado en mi corta vida, sonreí a mis adentros y me
pregunte, si podría lograrlo. Pasaron varias semanas, hasta que la
historia empezó a atravesarse en mis sueños y en mis parpados, me di
cuenta que tenía el recuerdo bien incrustado en mi memoria y en mis
sentimientos, entonces empecé a escribir con la mitad del odio y del amor justo
en la punta de mis dedos. Empecé a creer que de todo esto podría sacar
algo bueno, exorcizarme tal vez, quizás olvidar en letras, o quien sabe que más
cosas.
Mi vida ha cambiado mucho como las ciudades cambian de
estación, pero el frío siempre es el mismo desde que Rodrigo y Helena no están,
mis heridas han sanado, claramente. Pero el recuerdo de ellos siempre instala
en mi interior quemaduras difíciles de sanar. Sin embargo, ellos ya no
están, y no puedo sumarles a ellos mi destino, ni puedo sumarle amor, o
respeto. Son simplemente un mito, así como sus nombres, los cuales acabo de
inventar, y por eso los dejare allí como un punto final, de esos que están en
la última página de un libro que se acaba, sin conclusiones, sin más
aventuras, de esos puntos finales de los cuales ya no esperas nada, de esos
puntos finales de los cuales no habrá nunca más un retorno,
porque detrás de ellos no hay letras importantes que leer. La
historia de Rodrigo y Helena, es de esas historias que no
merecen escribirsen, no es culpa mía, es de ellos por no habersen permitido
dibujar una historia conmigo.
La verdadera historia comienza aquí.
El día de mi verdadero nacimiento fue aquel 19 de
diciembre de 1992. Recuerdo ese día como si fuese ayer. El edificio colgaba
sobre sus paredes mitad cafés y mitad blancas, grandes paneles de
fotos de niños sonrientes, muchas de ellos estaban acompañados de dos adultos,
que suponía eran sus padres y alguna que otra los acompañaba con un
perro o con más niños los cuales también suponían eran hermanos. Yo soñaba con
tener algún día una foto así, como las que veía en aquellos corredores. Una
mujer me llevaba de la mano, sudaba intensamente y me apretaba fuertemente,
como si no desease soltarme nunca (aunque sabía que tendría que hacerlo
tarde o temprano), subimos las escaleras lentamente, yo aun mirando las fotos
que allí estaban colgadas, internamente estaba confundida, no sabía lo que
pasaba, llevaba tantos días, meses encerrada, que salir me ponía nerviosa. Al
llegar al final de la escalera, volteamos a mano derecha donde
caminamos por un largo laberinto, varias puertas cerradas, menos una, entramos
y habían tantas personas adultas que no sabía qué pensar, ni qué
decir. De repente alguien dijo "ellos son tus nuevos padres" (obviamente
era la psicóloga quien era la encargada del caso), en ese momento la palabra
"nuevos" se apodero de mí, sabía que en ese instante estaba cortando
una historia, para empezar otra, tenía miedo...será que les agrado?, será que
de verdad me querrán como una verdadera hija?, será que no me
abandonaran?, será que esto es un sueño y cuando me
despierte estaré de nuevo en aquella habitación de cuatro paredes,
oscura y sin nada de luz que me acompaño durante algún tiempo?,
pensaba en tantas cosas, pero impulsivamente recuerdo ir a abrazar primero a mi
"papá nuevo" y allí se unió mi "mamá nueva", nos abrazamos
sin parar durante varios minutos, algunos de los que estaban en la sala lloraban
y entonces volví a sentir ese olor, ese olor aquel que había buscado incesantemente durante
mucho tiempo, lo había encontrado, entonces me di cuenta que tenía
una madre, y no sólo un a madre, una FAMILIA, como esas fotos que había visto
antes de entrar a aquella oficina.
Luego, paso el tiempo, pasaron los años e
inevitablemente todo empezó a desgastarse, la "adopción"
entonces, poco a poco comenzó a volverse una etiqueta, aquello que en algún momento
me hizo feliz, poco a poco se convertiría en un infierno. En mi adolescencia
odie mi vida como nunca la había odiado, sentí recaer en el vacío de
la ausencia y era difícil reponerse, y la familia, la gente de la
escuela, lo complicaba todo, ese sentirse que no perteneces, es el sentimiento
más desgarrador que un humano podría sentir, pero luchaba por
soportarlo. Fue tan larga mi lucha, que la adopción entonces tuvo un giro
inesperado, llego ese momento en el que deje de juzgar a mi vida, a mis padres
por lo que había sucedido y empecé a sentir que debía aceptar y
agradecer por la vida que me habían ofrecido mis padres adoptivos,
ellos entonces se merecen una historia conmigo, se atrevieron a educarme,
a enseñarme y hoy soy lo que ellos han moldeado (lo que yo soy ahora
es otra historia). Sentí que debía perdonarme por haber juzgado mi historia, y
por haberlos juzgado a ellos. El tiempo ha sido fiel a
mis pensamientos y mis emociones, cada día me reconcilio
más con mi historia, aunque estoy consciente de lo mucho
que falta, pero este es un inicio y mis letras se encargaran de seguir
escribiendo, pues aún no hay puntos finales que ponerle...el tiempo se
encargara de ello.
No busco una vida perfecta, solo paz ante mi pasado,
ante lo que implica ser “adoptada”, no busco irme y dejar el vientre de mis
padres, porque sin ellos mi vida sería no
vida, ya no quiero más lágrimas del pasado.
No consigo olvidarlos, pues soy amiga del recuerdo.
Me he cansado de hablarle al silencio,
me he cansado de esas voces sin sentido,
me he cansado de reírle al desasosiego,
me he cansado de vos, y de tus injurias sin sentido.
Me he cansado del pasado que no florece en el futuro,
me he cansado de vos y tus compasiones sin permiso,
me he cansado de los sueños que no florecen
en la primavera del invierno.
Me he cansado de mi por ser tu quien no me mira,
me he cansado de la lástima y de la soberbia,
me he cansado de vos y tus epitafios a la poesía,
me he cansado de ti, vida, por no pintarle a mis caminos,
por herirme, por no consolarme ante la desdicha
de la existencia.
Me he cansado de ti vida, por ser tu la culpable
de estás lágrimas que me azotan con castigo.
Me he cansado de ti vida por no ayudarme a perdurar
en este camino hacia la perdición.
Me he cansado...
Me he cansado...
Me he cansado...
Me he cansado de hablarte vida y de rogarte por un:
-Te necesito.
Euterpe ©
me he cansado de esas voces sin sentido,
me he cansado de reírle al desasosiego,
me he cansado de vos, y de tus injurias sin sentido.
Me he cansado del pasado que no florece en el futuro,
me he cansado de vos y tus compasiones sin permiso,
me he cansado de los sueños que no florecen
en la primavera del invierno.
Me he cansado de mi por ser tu quien no me mira,
me he cansado de la lástima y de la soberbia,
me he cansado de vos y tus epitafios a la poesía,
me he cansado de ti, vida, por no pintarle a mis caminos,
por herirme, por no consolarme ante la desdicha
de la existencia.
Me he cansado de ti vida, por ser tu la culpable
de estás lágrimas que me azotan con castigo.
Me he cansado de ti vida por no ayudarme a perdurar
en este camino hacia la perdición.
Me he cansado...
Me he cansado...
Me he cansado...
Me he cansado de hablarte vida y de rogarte por un:
-Te necesito.
Euterpe ©
Odio los domingos. Los domingos carcomen el alma y la derrumban sin piedad alguna. Los domingos son como la bala perdida de la semana, son como el dulce ácido que te envenena antes de comértelo. Los domingos son melancólicos, los domingos es el único día de la semana en que la muerte se enorgullece por visitarnos y de vez en cuando llevarse a alguna alma perdida. Los domingos, son los días de la muerte y la desolada desesperanza.
Euterpe ©
jueves, 18 de abril de 2013
A la final en verdad estaba hecha mierda,como esos días en que el sol se esconde y la lluvia riega el día sin pedir permisos ni colaboraciones, arrasando el tiempo.
Saben yo solo…en este momento…solo quiero sentarme a llorar:
Que horrible, sentir, sentir, que algún día la soledad quizás me mate. Que la melancolía es un infierno, y un dolor insoportable. Y que la ausencia de mi sentir, es de una juventud desperdiciada. ¿Por qué me aíslas querida muerte?...llévame si quieres, ven por mi, pero no dejes que la agonía de la ausencia carcome mi cuerpo y mi alma.
Euterpe ©
Madre...te miró
Madre, no sientas nunca culpa por mi desesperada tristeza, tu no eres la fuente de este dolor. Entiende que yo soy de esos seres frágiles y débiles que no han podido soportar con orgullo el sufrimiento que de este mundo acontece. Sé que de mi rostro no surge emoción alguna, pero créeme que te amo, que por ti he descubierto la laboriosidad como un virtud. Sé que te gustaría que fuese como esos sobrinos que tanto amas e idealizas, pero entiende mi diferencia, ni de tus genes soy, pero créeme que cuando de mi boca surge "madre te extraño", es porque me estoy muriendo de dolor, de tristeza y desesperanza, que te necesito y que me gusta sentir tu olor de madre, tu cuerpo...tu siempre tan fuerte. ¿Por qué no nací yo así? ¿por qué no aprendí eso de ti? ¿por qué esto me invade? te he abandonado tanto, que nos hemos perdido en el camino. No me esperes.
Euterpe ©
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