A la altura de nuestros nombres se sientan las ruinas, y
las letras llenas de retoricas sucumben en algún fragmento triste, que reprocha
al mundo su existencia. No existe piedad incapaz e innoble que acabe con el
cinismo que se apodera del mundo, donde el fragor de la luna palma las manos en
posesión del perdón, como la filología que hace entrever las puertas del
destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por leerme :)