Después de que el destino me ha
hundido en las congojas del averno,
alzando al cielo su clemencia imploro
para que venga a salvar mi alma
inerte ante la muerte.
Por mucho que ruego, la vida huye
inminente ante el tedio, y con hidrópico
anhelo evapora mis delirios de encanto
y frenesí; adiós aves blancas, ya siento
entre mis ramas crujir el huracán que
se arranca y vacila…y vuela y se va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por leerme :)