viernes, 24 de abril de 2020

HELENA




Llegué de noche mientras Helena
se vestía de rojo carmín, allí estaba
su silueta reposando sobre cimientos 
a imagen y semejanza de las flores 
amarillas que se posaban justo detrás 
de su jardín. Sus labios carnosos, 
cubiertos de labial rojo, producían un 
olor a frutas con fresa, y me dieron 
ganas de besarle hasta la respiración. 
Pero ella era Helena, una chica hermosa, 
elegante, que no se iba a fijar en un tipo 
como yo, que lo único que sabe hacer 
es abrirle y cerrarle las puertas de su 
coche cada vez que desea salir a dar 
una vuelta, para luego terminar entre- 
piernada con hombres que solo desean 
"esa" parte de ella, y que todos sabemos 
con exactitud qué es. Y por eso al final
de la noche, termino odiando a Helena 
un poco más. Luego, yo termino en mí 
habitación tomándome un trago amargo 
de solo pensar que ella no está conmigo; 
si supiera que escribo poesía, le escribiría 
uno cada día para recordarle el color azul 
que tienen sus ojos, y lo linda que camina 
cuando se pone esos altos tacones negros 
que le lucen con su collar de perlas blancas. 
Cómo desearía acariciarle su rostro y decirle 
que su mirada tiene un toque de tristeza de 
infancia, que su vacío se pronuncia justo en 
el tono de su voz y que odia la vida porque 
creo entender cuando ella desea llorar y 
se toca el pecho como si tuviera un grito 
ajustado debajo de la garganta. Y lo único 
que puedo hacer yo para consolarla, es 
intentar cada vez que ella me necesite 
abrirle y cerrarle la puerta con toda 
la elegancia y el cariño que ella 
se merece. Pues todos sabemos 
que la poesía no es suficiente 
para salir de la miseria.

Carlotta de Borbonet©
Julie P. Lizcano Roa

martes, 7 de abril de 2020

INDICIOS 115

7 abril 2020

Llevo días sin escribir, y es que no me surge nada bueno y bonito, algo que le guste a la gente, algo que sea obsesivo y encantador. La cuarentena la han alargado veinte días más y me pregunto si soportaremos este encierro existencial con nosotros mismos, soportándonos unos a los otros…como un castigo caído del cielo, casi apocalíptico. Tal vez sea eso, el encierro que no permite a mi imaginación fluir, que no me permite ser yo con todas mis vicisitudes…dime, ¿Dios qué puedo hacer ante tanto vacío? Entre mis manos se resbala la vida, se deslizan las letras por las hendiduras de mis párpados, de mis dedos marchitos, qué mudos son mis escritos ahora que ya no tengo nada que dar, ahora que mi silencio es perturbador ante mis letras. Cualquier instante de la vida que está pasando en este momento es único, pero me pierdo, me hundo, me atropello, no he pretendido alargar esta falta de inspiración, que ha nacido a un tiempo con la vida y el cuidado, me siento deshabitada por las letras, casi desnuda, mi espíritu ha ceñido y solo será escritor mi llanto eterno.

Carlotta de Borbonet©
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20