jueves, 31 de julio de 2025

BUCEANDO ENTRE LA NADA DEL SUBSUELO (2024-25)

 


«LA NOCHE OSCURA DE MI ALMA»

Me hallo sentada a la orilla de mi cama, perdida en mis pensamientos, mientras mi pecho se expande y se encoge tratando de darle una bocanada de aliento a la existencia. Esa necesidad de alivianar el dolor que se perpetua hasta mis tuétanos me hace pensar en todos aquellos prejuicios y pasiones, que de alguna forma me hacen bajar la cabeza, como acto de rendición. En una orilla de mi habitación, se encontraba Ella, sollozando, como en una especie de lamentación perpetua…su cabello se desparramaba sobre sus hombros, mientras que de su vestido blanco emanaba una luz blanca fosforescente, que me hacía cerrar y abrir de manera continua mis ojos. Allí estábamos las dos solas… existiendo.

Oscilaban los minutos, entre reflejos, sombras, voces y yo allí diminuta e insignificante entre cada emoción y cada pensamiento que me sobrepasaban y me remolinaban dentro de un tumulto de ideas que no me permitían estar en calma. Y así fue cómo me encontré andando en aquella habitación con extrema rapidez de un lado para el otro, hiperventilando, tensa, sin entender dichas gesticulaciones que se producían en mi cada vez que intentaba sobrevolar la desdicha.

Me pregunte entonces, ¿Dónde estaba en mí, aquel espíritu de paz que me llevaría a la transición de la calma que en ese instante tanto necesitaba? Mi cuerpo parecía contenido en una especie de cárcel emocional, desesperada ante la impotencia de las circunstancias que se me avecinaban, me sentía hundida súbitamente e irremediablemente aniquilada ante semejante presencia visual, táctil y auditiva, y a eso se sumaba esa sensación de terror que se siente cuando has corrido inconscientemente ante un peligro inminente. Temblaba, y pensaba en la muerte... en mi muerte. Acabar con todo de una vez.  

Después de unos instantes, sentí como la fatiga me arrodillaba ante dicha sombra, me quitaba poco a poco las pocas fuerzas que tenía, la esperanza, hasta mi juventud. Presentía que lo que vendría no era nada bueno, esa tristeza despiadada que se apoderaba de mi me hacían actuar de tal manera que me hacían odiarme a mí misma…sentir vergüenza…menosprecio…lastima.

Me declaré entonces contra mí misma y herí mi Ser, era una escena penosa que me causaba malestar, pero a la vez alivio exterior, físico. Era una descarga placentera, para otros tal vez, que no entienden mi sufrimiento, indescifrable.

¡Y si! Me rendí. Y ahora cargo con ese fardo aún más pesado…la desagradable culpa.


Carlotta de Borbonet

Julie Paola Lizcano Roa

BUCEANDO ENTRE LA NADA DEL SUBSUELO (2024-25)

 



 

En los momentos mas difíciles, estamos infinitamente solos.


Carlotta de Borbonet

Julie Paola Lizcano Roa 

BUCEANDO ENTRE LA NADA DEL SUBSUELO (2024-25)

 




¿Y SI YO FUERA NADIE?

Me detuve frente al espejo y no vi nada. No era un truco de la luz ni una trampa del sueño: sencillamente, no había nadie. Los bordes del reflejo eran tan reales como el frío que trepaba por mi espalda, pero el centro estaba hueco. Allí donde debía estar mi rostro, mis ojos, mi historia, no había más que un vacío tenue, como el silencio después de una explosión. Me pregunté entonces si alguna vez había sido alguien, o si siempre fui este hueco bien vestida, educada, útil… pero sin nombre. ¿Y si yo fuera Nadie?

Ser Nadie no es no existir, es existir sin peso. Es caminar por las calles con los pasos de otro, con las palabras de otro, con los miedos heredados como una maleta sin dueño. Ser Nadie es responder al llamado de un nombre que no duele, porque no pertenece. Es una forma de sobrevivir, quizá la más cobarde, quizá la más honesta. Porque el que es Nadie ya no necesita justificar su paso por el mundo. Su sola presencia no deja huella, y por tanto, no tiene deuda con el tiempo.

Pero hay una trampa: Nadie también siente. En lo profundo de su anonimato, bajo capas de neutralidad aprendida, hay un temblor. Un deseo secreto de ser descubierto, de ser mirado a los ojos y que alguien diga: “Ahí estás”. No por lo que haces, ni por lo que aparentas, sino por lo que callas. Nadie lleva dentro un grito que no sabe pronunciar, una infancia no contada, un amor que se rindió antes de empezar. Y eso, eso también es existir, aunque duela.

A veces creo que todos hemos sido Nadie alguna vez. En la noche callada, cuando la ciudad duerme y no queda más que enfrentarse al propio pensamiento, todos hemos sentido ese desgarro leve de no saber quién se es. Algunos lo niegan, otros lo escriben. Yo lo contemplo como quien observa una flor marchita en el fondo de un vaso: inútil, hermosa, inevitable. Tal vez ser Nadie es una estación, no un destino. Un espacio en blanco entre dos frases importantes.

Y, sin embargo, hay algo sagrado en ser Nadie. En no tener un molde que romper, en ser libre de la presión del ser. Tal vez ahí, en ese despojo, empieza la verdadera posibilidad de ser Alguien. Alguien que no se define por la mirada ajena, sino por la íntima decisión de existir con autenticidad. Y si hoy soy Nadie, entonces que el silencio me abrace. Porque desde el abismo también se puede nacer.


Carlotta de Borbonet

Julie Paola Lizcano Roa