martes, 28 de mayo de 2013

CAPITULO 2.



DE CASA EN CASA

Deje la escuela cuando tenía 14 años, perdí dos veces sexto grado, y me di cuenta que el estudio no era para mí, además debía ayudar a mi papá, pues después de que mi mamá nos abandonó, empezó a escasear la plata y la comida, entonces desde los 15 años empecé a trabajar de casa en casa, ese momento de mi vida era insoportable, deje el estudio, no sólo porque faltaba la plata y todo lo demás, sino porque mi papá abusaba sexualmente de mí, y mi única salida era trabajar.

A los 18 años me fui de casa, y me fui a vivir con Orlando, con el que tengo una niña de 1 año y medio que se llama Camila. Orlando es un buen tipo, pero es un holgazán, dice que no ayuda con las cosas en la casa, porque es que eso es para maricas, entonces los domingos debo dedicarme al aseo de mi casa y al cuidado de Camila.

Hace unas semanas empecé a ir a hacer aseo a una casa, por los lados de la Colina campestre, bueno allá hay gente tan adinerada y lo tratan a uno como si fuera una basura, pareciese que la gente pensara que uno no tiene sentimientos.

-Limpie ahí, mire que dejó sucio, dedíquese a hacer el oficio y no a mirarnos, las sirvientas son eso, sirvientas.

¿Y qué debe hacer uno?, comer callado, y bueno como dice el dicho “la necesidad tiene cara de perro”, yo ya me acostumbre a esos tratos, creo que todo trabajo es digno de ser respetado, llevo tanto tiempo haciendo esto que uno se vuelve como insensible, al comienzo lloraba tanto, pero luego me dije: Todo en esta vida se devuelve y a cada quien le llegara su momento. Por eso, yo a la Camila le voy a decir que estudie, porque dentrarse a este mundo es muy duro, pero vea necesito el dinero. A veces me gustaría hacer un curso o algo para poner un negocito por ahí de comidas o algo, porque es que en el mes uno no se gana ni el mínimo, y ahorita con la bebe hay muchos gastos, ella requiere de muchos cuidado y bueno necesito la platica, además el Orlando ese no ayuda para nada, dice que ha pasado más de veinte hojas de vida y que nada de nada, pero yo no le creo, a ese lo que le pasa es que no le gusta trabajar.

-Y qué Orlando, ¿hoy qué hizo?
-Nada estuve por ahí en el siete de agosto a ver si consigo alguna chambita, así sea lavando carros.
-Si mire que la bebe necesita pañales y lo de la leche, y a mí ya no me alcanza la plata, debo pagarle a la vieja de al frente, que me tiene cansada cobrándome lo del arriendo.
-Aaaaa esa vieja es una piroa, bueno yo espero que me llamen esta semana, quizás este fin de semana salgo otra vez allí al lavadero, así sea para conseguir lo de la bebe.
-Y también hay que buscarle jardín.
-Una cosa a la vez, una cosa a la vez (dice Orlando)

Orlando, tiene 27 años, desde muy joven ha estado en el cuento de los carros, arregla carros y sabe algo sobre mecánica, creo que alguna vez estuvo en la policía, pero por borracho lo echaro, cuando nos conocimos pensé que iba a ser el hombre de mi vida, pero nooo para nada ese man no sabe hacer nada de nada, es un mantenido, y ahora que tenemos una bebe, no quiero sepárame de él, no quiero que mi hija viva la misma historia que yo viví, además yo a ese man ya no lo quiero, me hace recordar a mi papá cuando llegaba borracho, primero me golpeaba y luego me abusaba, Orlando ha hecho lo mismo muchas veces desde que nos fuimos a convivir juntos (Llora).

Ser empleada de servicio es lo único que tengo para hacer en esta vida, y es tan denigrante, me hace sentir tanto dolor en el alma esas personas que me tratan como si uno no fuese nada en esta vida. Nadie sabe qué es llegar a una casa, lavarles los baños como si eso fuese la última maravilla del mundo, tenderles las camas, limpiar pisos, encerar, brillar, organizar y qué hacen ellos decirle a uno que es “un bueno para nada” “deje de ser lengona”, me decía que día una señora ya de edad a la cual le ayudo con el aseo de su apartamento, pero al fin y al cabo uno no dejara de ser el fantasma que ronda por las casas mientras los otros miran y se deleitan de verlo a uno en el suelo brillándole sus pisos de mármol, nadie logra comprender la sensación de lo que es ser un marginado.

Sé que mi historia nunca tendrá un final de esos como se ven en las novelas, y que no dejare de ser la mujerzuela la cual pasa de casa en casa limpiándole la mugre al mundo.

¿Sabe?, anoche soñé que estaba en una casa grande, de pisos blancos, cuadros hermosos, un comedor en vidrio que no lograba ver bien por la luz que de este mismo emanaba, habitaciones grandes y amuebladas lujosamente, luego me desperté y llore hasta que el sol salió a eso de las seis de la mañana, me aliste y salí de mi casa a las 7 y media, rumbo a trabajar, llegue a la casa de los Pérez y tan silenciosamente como pude empecé a hacerles el aseo (mientras pensaba en mi bebe).


- Es mi historia y como ya se lo dije sumerce, parece que no dejaré de ser la empleada que se la pasa de casa en casa. 

De mi libro de relatos: HISTORIAS DE MI CALLE, POR Euterpe © 

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