sábado, 25 de octubre de 2014

DE KUNDERA, PASANDO POR GABO, HASTA CAICEDO



Esta semana he devorado tres libros de autores que simplemente merecen ovación, y lo digo en todo el sentido de la palabra no solo por el hecho de admirar a ciertos hombres como Milán Kundera, quien es uno de los literatos vivos que nos hace soñar con sus letras, de esos escritores que se dan el derecho de confrontar nuestra propia existencia y además (¿cómo no nombrarlo?) fue postulado meses atrás, para recibir el premio Nobel de Literatura de este año; a Gabo como el hombre que nos hace sentir orgullosos de un país que cada día ama más su propia destrucción que las bibliotecas nuevas que construyen en los pueblos y sus alrededores; y Caicedo, que a pesar de su muerte prematura, sigue inspirando a jóvenes artistas para que nos encarguemos ante cualquier pronóstico de dejar obra.

Quiero decir que no soy experta en crítica literaria, ni de sus derivados (ni me interesa hacerlo). Solo soy una amante empedernida de la escritura y la lectura que nació entre libros, que vive dentro de ellos y que de vez en cuando intenta salir para mostrarle al mundo mi "recta" cordura, que por desgracia es tan solo un espejismo de lo que mi mente hace y deshace cada día. Pero volviendo al objetivo de este texto, ¿cómo no recomendar estos libros a esos lectores que comparten esta misma pasión por los libros, cuando lo que podemos hacer es hablar de vez en cuando de ellos, especialmente de esos que toman nuestro tiempo y nos devoran a rebanadas?; ¿por qué no hacerles una ofrenda del tipo "cierre de duelo", como dirían los que se hacen llamar psicólogos, con el fin de dejarlos ir a ver si se les da la gana de salirse por nuestros ojos y así poder empezar a leer los siguientes libros que esperan en nuestros armarios y que tememos que se llenen de moho después de haber ahorrado meses por ellos? al fin y al cabo, el trabajo del escritor es ardua y a veces poco valorada, Manuel Vincent decía: "Escribir casi entra dentro del placer masoquista".

Para no hacer más largo este texto, recomiendo los textos anteriormente nombrados a aquellos que tengan en mente que una pastilla suicida sí puede existir, Kundera para eso tiene la solución para sus frenéticos problemas en su libro "La despedida"; si les gusta guardar secretos y además les llama la atención la intriga también se los recomiendo, y para los que odian decir "adiós" a aquellos que más queremos y no saben cómo hacerlo, Kundera tiene la receta perfecta para dichos desprendimientos, sin tener que ir a pagarle a un psicoanalista y resulte diciéndole (como siempre) que no ha superado su complejo de Edipo, o algo parecido. A mis amigos de esta patria querida que tienen plata para salir del país y que irónicamente no conocen ni la quinta parte del suyo, les recomiendo que lean a Gabo, "Las cartas de la mamá Grande" es una obra que los hará acalorarse hasta la deshidratación recorriendo esos pueblos bananeros que los atraparán y les aseguro que no se aguantarán las ganas de que el próximo festivo hagan planes de irse por esos lares. Y finalmente, Andresito (como le decimos con cariño) su libro "El cuento de mi vida" es para aquellos fans frenéticos que desean conocer a profundidad este joven adicto al Valium, a los alucinógenos y a la marihuana que no  dejó de escribir hasta el día de su muerte  y con tan solo 25 años de edad nos ha marcado la vida, deseando desesperadamente que aun estuviese vivo.  No voy a hacerles resumen alguno (ya tenemos Wikipedia), y además no voy a alcahuetear la pereza de nuestro pueblo, como dirían por ahí: “hay que leer”. 

Carlotta de Borbonet ©
Julie Lizcano Roa

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