Llueve fuertemente casi
atravesando el cielo poniente un refocilo de creación cae de a pedazos desde el
mirador del aliento, puro matiz de la naturaleza que como un sueño pondera la
consciencia de nuestra vida que aún no ha envejecido, pero que se puede ver
pasar como un cruce ambulante que espera escondido el silencio que se rompe
como un vidrio precioso.
Lo conmovedor o irónico de regresar al pasado está
implícito en cada uno de los momentos gozosos de viajar, pues uno sabe que la
primera alegría jamás será recobrada, y el viajero sabio aprende a no repetir
sus éxitos sino a ir tras nuevos lugares todo el tiempo, aun cuando el encierro
se convierta en laberinto, y el silencio me cierre las fauces de los ojos, me
convertiré en fénix y sobre mis alas rojas y fogosas quemaré el desconsuelo
propia de los humanos tristes que añoran el silencio. Pero correré el riesgo de
ser ola ante un torbellino, para hacerme fuerte y aun con todo y nada salvar mi
alma.
Y es que los pasajes que
recorrí por la casa de mis abuelos me abrieron las puertas del alma para
salvaguardar mi destino; y es que deje la felicidad cuando aún era una niña, en
la adolescencia me quede al lado inmóvil de la vida buscando en la lectura y la
escritura alguien que con un verso me consolara, y de repente la nada se
convirtió en mi todo. El único club de amigos al que pertenecía eran a los
pocos escritores que en los baños del colegio y en mi habitación a escondidas
podía leer, solo para no sentirme sola, y apenas era feliz. La vida desde
entonces ha sido una sombra errante, así como el túnel solitario de Sábato, la
celda de Caicedo y el paracaídas de Vicente Huidobro.
Carlotta de Borbonet
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20
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