No bastan las consignas
revolucionarias sobre el amor y la libertad, basta el lenguaje convencional
para armar la revolución entre un “te quiero” y un “espero”, porque así la rima
de la realidad se ve obligada a responder entre los sueños y los deseos,
aboliendo las falsas fronteras entre lo ilusorio y lo tangible, hasta lograr lo
que deseamos y descubrir el paraíso que llevamos dentro.
El amor por su parte, nunca
cansa cuando lo que hay que decir desborda el alma (al estilo Cortázar), al
menos es un sustento, una especie de complicidad, un secreto unilateral, una
aventura pre-programada, una soledad llena de compañía, un regalo insignificante,
un beso momentáneo…inesperado, una gruya hecha de afán, un andar sin rumbo fijo…desubicado,
un sin fin hecho verso y poesía, un algo que te deja estancado en la mitad del
todo y de la nada, un rayo sin invierno, un olvido, un lunar en el pecho, un
abrazo sin brazos…sino con el alma, definitivamente el mejor lugar del mundo
para estar…allí entre tus labios y mis labios inapetentes.
Y la libertad por el otro
lado, es un constante querer extinguirse, un querer estar y no estar, un todo o
nada, es una gran alegría y a la vez una profunda tristeza, es ausencia de uno
y de los demás, es buscarse y encontrarse, es levantarse y caerse, es encuentro
y casualidad, es llanto y escándalo, es torpeza y semejanza, es misterio e imaginación,
es fuerza y ley.
Las dos acompasadas,
generan un gran desorden emocional, atengámonos entonces a que el amor y la libertad
son palabras que aunque cortas al escribirse, tienen un gran significado, son
como hormigas entre montañas estrechas que una vez encontradas procuraran darle
al ser humano el sentido y la dirección que requiere la existencia, propia de
una lucha entre miedos que si pretender quererlo lograran explicarlo.
Carlotta de Borbonet
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20