La realidad y la vida
misma es absurda. Sin embargo, considero a veces (pero solo a veces) que hay que
abrirse a la indiferencia que trae el mundo y sus dimensiones humanas. Y es que
pienso en la vida de una forma muy particular, en todas sus condiciones vida-no
vida, existencia-inexistencia, ser-no ser, etc. Y en todas esas circunstancias no
la he amado, parece para mí ser una celda que llena y pobla con todos sus
deseos desfigurados. En cierto sentido me desequilibra.
Hubiese querido, no sé,
tratar de hablar con ella cordialmente, explicarle de forma fraternal, que
hubiese querido sentir por ella algún sentimiento de amor propio, pero siempre
he estado absorbida por lo que me sucede, por el hoy, por el mañana, por el
siempre…
Pero esperare a que se
apague el resplandecer de la Luna para hablarle a la vida de todo corazón, pues
no existen grandes padecimientos, ni grandes dolores, ni recuerdos tan
profundos y sosegados que hagan olvidar el amor por la existencia, pues en
realidad todo se olvida, hasta los más grandes amores. Todo esto que escribo me
hace sentir triste, pero a la vez feliz, he ahí lo exaltante de la vida; pues
existen diversas formas de ver las cosas y aparecen como si nada. Considero que
haber tenido una gran desdicha por la existencia, en cuanto a mi paso por la
juventud, me ha hecho ver que esto sirve de coartada para esas desmotivaciones
emocionales que tanto nos agobian y nos atropellan en un tiempo en que todo
corre muy rápido.
Carlotta de Borbonet
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20
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