ELEGÍA A LA LOCURA
En aquella época en la
alcoba del hospital giraban las lámparas frías que se trasmutaban con las rejas
de la habitación, donde permanecíamos solos. Al llegar las mañanas secas y opacas,
los corredores se marchitaban bajo la miel de la locura de los pasillos de los
pacientes que la recorrían. Por las estancias cruzaban las sombras de médicos y
enfermeras que yertos de agonía nos hacían sufrir horas de inmutable soledad,
allí donde Dios no nos veía, era en definitiva un muro desierto donde caminábamos.
Junto a nuestros lechos Hades esperaba, a quien le suplicábamos pobres palabras:
<hoy sé que no eres tú quien nosotros creíamos, más te queremos mirar y
agradecer lo mucho que nos haces compañía con tan frío desdén>.
El sueño era poco ligero,
igual que nuestros destinos vigilantes y sin caminos que trazar, jadeantes nos manteníamos
bajo las cuatro paredes amuebladas en blanco y gris, rayadas por las uñas de
otros pacientes que desesperados marcaban su calendario, prófugos del deseo de
libertad. La angustia es mucho mas perversa en las horas de madrugada, donde
los demonios recorren nuestros pensamientos incesantes de ansiedad.
Yo podría decir que
estamos en un invierno, bajo un aire oloroso a azufre, que podría tapar la
mirada bisiesta que se esta cayendo, como se nos está cayendo la vida; ser temporal,
ser rocío, ser murciélago, semejante a este cielo cuidado por la lluvia
torrencial, llevamos el corazón roto en el rincón del olvido, deseamos con
apertura que alguien nos enseñe a encender la llama de la vida…de esa
existencia casi inocua, como un adiós sujetos en el vacío.
Carlotta de Borbonet
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20
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