lunes, 3 de febrero de 2020

INDICIOS 76




Somos un termómetro social, que mide la insensibilidad, lanzados a extremas y delirantes consecuencias emocionales. Llevamos un ritmo de vida casi saturado, todo gira en torno al dinero, a la clase social, nadie le importa ya sus vecinos, la familia es disfuncional, no hay trabajo, vivimos en grandes ciudades y entre multitudes, cada vez más solitarios. Somos la generación que no ha superado la niñez, diminuta, frágil y que aún vive con sus padres porque la independencia ya no hace parte de la lista de responsabilidades.

Reflexionar sobre la muerte se hace cada vez más insistente, como diría Mario Mendoza está más allá de las fantasmagorías de la inmediatez, fuegos artificiales que no lo encandilan ni deslumbran; y te das cuenta que no la puedes alcanzar, cuando crees que has logrado comprender la muerte, asirla, ella se mueve unos metros más allá y uno se queda con las manos vacías como abrazando una sombra.


A veces creemos que el dolor es para siempre, y que todo permanecerá igual, sí estamos jodidos, somos impulsivos y malgeniados, además de cobardes, ese eterno miedo a equivocarnos, de no hacer lo que otros hacen. Vivimos en un mundo de zombis, parece que su transitoriedad se ha estancado, una campiña primaveral abierta al averno, una celda con una ventana estrecha, y un puente que se abraza al vacío; con todos sus errores a cuestas estos jóvenes brindan sin vacilaciones sus culpas, la fugacidad de la vida los inquieta a plenitud, y esa prisa del olvido los atormenta como el silbido de un susurro. 

Carlotta de Borbonet©
Juli P. Lizcano Roa
INDICIOS 2019-20

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