Detrás del espejo se esconden
los monstruos que absorben
mi alma
Es la hora del vacío interior
donde un instante se envuelve
en el cerrojo de mis labios fríos
Dios
ayúdame he llegado a mis treinta
años y sin embargo no sé nada
de la vida
¿no he de desvanecerme y reaparecer
en el barco de la inexistencia donde
culminan las luces?
¿Cómo he de quebrantarme las alas de
mis venas para huir de la noche inocua
que me embarga?
Pero insisto en abrazar al mundo
recordando mi niñez, mientras
las flores mueren en mis manos
hechas cenizas por la danza
de mi doliente corazón.
Juli P. Lizcano Roa
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