La noche cubre la soledad
de soledades, bajo un manto
enjaulado de oro triste que
maúlla en desolada desesperación;
el corazón enloquece bajo la
muerte que se asoma dentro
de los vientos de abril
proclive a los delirios del sol.
Son los demonios sueltos que,
embargan el alma que no baila
junto a la sonrisa que quema
sobre las palomas áridas
de vuelo, donde un instante
grita condenando al tiempo
ahorcarse en la nada
del Universo.
Juli P. Lizcano Roa
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