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Cuando me
encontré a Eva esta mañana en la estación del tren, me di cuenta que tenía un
grito ahogado que se le pronunciaba justo en la mitad de su garganta. Sus ojos
apagados y rojizos de tanto llorar, desnudaban el dolor de su interior, era
como si llevara las noches de insomnio sobre su espalda.
Pero
éramos adolescentes, creíamos que teníamos el mundo a nuestros pies y que
seríamos siempre jóvenes como aquella canción de Oasis “Stay Young”, que
nuestras hormonas nos mantendrían bellos y frescos, y que debíamos retar a la
vida, antes de que esta nos consumiera en su patológico aburrimiento que había
hecho colgar del cuello a uno de nuestros amigos. Yo no sé cómo la existencia
puede cambiar tanto... Pero se quiebran los recuerdos, y el sol alumbra el
desierto desolado de su alma mientras huyen las nubes tras los vientos que
deshacen las montañas; solo queda decir adiós a las águilas que mueren bajo la
lluvia ácida del dolor y el desespero. ¿Quién les dará refugio cuando sus alas
se empiecen a quebrar ante su eminente inexistencia? que Dios se apiade de sus
almas cuando el regreso improvisto del infierno cubra la tierra con un manta de
desasosiego; no habrá entonces salida, y su única opción será la inmolación
para los valientes y el asesinato para los cobardes.
Llevo un
largo periodo inventando sirenas, recorriendo laberintos sin salidas. Y es que
cuando se trata del pasado, los suspiros hablan por sí solos y las sombras
oscuras empiezan a escurrirse por las paredes y por los edificios, ahogando el
mundo con colores psicodélicos que solo puedes reconocer en los sueños que no
dejan de ser vacíos y en donde se es difícil abrazar al tiempo para detenerlo
por un instante, con la esperanza de no envejecer frente a él. Parece ser, que
para los condenados a muerte no queda otra cosa que sobrevivir al olvido de aquellos
que jamás sabrán, el sabor que tiene el silencio.
Contemplo
a Eva mientras lee acostada sobre el sofá de nuestra sala, el sol que entra por
la ventana la hace ver simplemente hermosa y me pregunto qué pensamientos se le
estarán cruzando por su cabeza en este momento, los dos tenemos marcas por toda
nuestra piel, veo sus piernas y sus brazos llenos de cicatrices, se las toco
suavemente, quisiera sanar esas heridas, darle un beso y decirle que la quiero,
que entiendo su dolor porque el mío aún sigue vigente, que intentemos llegar a viejos, que intentemos bajo cualquier pronóstico
seguir caminando erguidos para contemplar el cielo, que nos vayamos y
recorramos el mundo cogidos de las manos, que ahuyentemos los fantasmas que
pueblan nuestros cuartos y nos miran desde el techo cada vez que nos acostamos
a lado de nuestras camas, y decirle en el oído con vos suave, que ya la Luna
presagia mejores tiempos.
Tal vez
nos hemos herido sin querer, tal vez vos ya no me queres como
antes, tal vez la eternidad acorto el tiempo, tal vez nuestras bocas
se extraviaron en el camino y nuestros corazones se han perdido en
el desierto, tal vez el invierno tronco nuestras ramas y el amor
ha caído bajo un puente, tal vez el miedo ya reposa en el interior
de nuestras almas o tal vez nuestro cariño se ha quedado en ese
pasillo del sanatorio silencioso en que incurrimos cuando sin saber
nos habíamos perdido en el túnel de la muerte y
el desasosiego. Tal vez el silencio ahorco nuestras palabras y ahora yo me
encuentro aquí, buscándote a tientas mientras el frío
ahoga la esperanza de encontrarte de nuevo.
Por ello
te invito a caminar a mi lado. Puede ser que se nuble el día como puede ser
que...salga el sol.
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Gracias por leerme :)