sábado, 8 de octubre de 2022

EVA NAVARRO CAPITULO 2

 



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Eva tiene una mirada fuerte, que inclusive ninguna flecha podría atravesar. Pero la amo, la amo con toda mi alma y cuando me arrebata su mirada siento cómo mi alma se despedaza en mil pedazos y cómo no pensarlo, ha sido otro día de engaños tanto a los demás como a nosotros mismos. Y es que cuando me aparta con su mirada y al recorrer mis paisajes interiores advierto en ellos el dolor y el miedo, definitivamente esto tiene que acabar.

Y es que no solo nos enamoramos para mirarnos el uno hacia el otro, pues ella venía dolida de otro cuerpo, de otra carne…ella creía que sabía cómo domarlo, pero se equivocó. Ella creía que él iba dar el primer paso para que así fuera más bonita la historia de amor que jamás jamás tuvo un lugar.  

La vida se empeñaba a separarnos, pero yo no lo iba a permitir, Eva era todo lo que yo tenía y su sonrisa era la ventana que impedía derrotarme, porque la tristeza carcomía mi alma cada vez que ella no estaba conmigo. Marwan decía que casi siempre es tarde cuando comprendes que era a ti a quien deberías quererte. Y sin embargo siempre que lo haces ese amor, ósea Eva llega justo a tiempo.

Recuerdo cuando conocí a Eva, los nervios, el saludo torpe, sonrisas entrecortadas, mis mañas que ella observaba con curiosidad, los incomodos silencios que algún mesero salvaba con agudeza, el físico de ella que no me permitían disimular mí mirada un poco intrusiva, la conversación rígida que se iba aflojando a medida que pasaba el tiempo, aquellos temas comunes que nos hacían sonrojar, su sonrisa calma, ella cada vez más fina, él cada vez más torpe, la noche que termina en madrugada, el vino fino que no ayuda, la madrugada cada vez más corta, el sexo con pasión, las preguntas sin respuestas, y las respuestas llenas de dudas.

Quería decirle que me moría por ella, que su olor a amapolas y yerbabuena me recordaban mi infancia en la finca de mi abuela, que su boca con forma de corazón me hacía latir el mío a diez por mil, que su pelo ondulado hacía curvar mi alma a aquella esquina del mundo donde a veces me hallaba solo, pero con grandes esperanzas; que sus ojos me hacían ver la profundidad del mar cuya luminosidad me hacían inspirar sal marina, de esas que se come en los platos más finos.

 

Quería decirle tantas cosas, pero el sexo nos había dejado extasiados. Veía la curva de sus senos y como estos subían y bajaban tras cada respiración que Eva daba. Su sudor en donde se emanaba un perfume a rosas carmín me excitaban aún más, quería volver a penetrarla, quería narrarle un cuento…cantarle una canción de Cepeda y no dejarla nunca más, quería que ella se volviera a sentir segura, que se enamorara, que se diera una segunda, una tercera, una cuarta oportunidad, pero a mi lado. No soportaba la idea de verla con alguien más, con otro hombre que le sintiera rozar su piel, sus labios carnudos sabor a caramelo, simplemente de pensarlo se me hinchaba el corazón de la rabia, yo la quería conmigo y nadie más.

 

Yo soy de esos hombres cuyo perfil encaja en las mujeres como Eva. Poetas, escritoras, amantes de la literatura y la filosofía; que viven enamoradas de hombres como Kant, Nietzsche, Sartre, Ciorán, Gibrán. Yo intento entenderla, y me pregunto: ¿por qué ama a esos tipos tan mal vistos? de pocas entendederas; pero yo la amo así, no importa que algún día decida dejarme por alguno de ellos, yo igual la seguiré amando, porque entonces qué haré con mi vida ¿sacrificarme? ¿seguir adelante? Lo dudo. Yo no puedo vivir sin Eva, desde que la conocí, me tiene con el alma llenita de intrigas, de canciones de amor de esas todas cursis, de poemas de Pablo Neruda y Mario Benedetti, me tiene alcoholizado hasta el punto que me embriago de amor por ella. Mi guayabo de los sábados por la mañana, es por ella.

Cuando ella no me contesta el celular, yo me vuelvo loquito, se me quiebran las uñas, empiezo a sudar frio, y temo a que ya no me ame, que me deje de querer así de repente, que simplemente sea un juego para ella. Pero no. Yo me armo de valentía y le vuelvo a marcar, entonces me pregunto ¿qué estará haciendo? ¿escribiendo? ¿tocando ese hermoso piano que ella tiene en el rincón de su habitación? Y ahí es, ella contesta con esa voz de muñeca que solo las poetas tienen y que son indescifrables, y entonces siento como mi alma vuelve al cuerpo. Hola hermosa, ¿cómo estás?, llamaba porque me sentía desahuciado, como si me hiciese falta una parte de mi cuerpo, como si me estuviese hundiendo en un abismo largo y profundo. Ella contesta con una risa tímida.

-   Hola bebé- dice. Estoy tendida en la cama, me pesa el cuerpo. Sartre me tiene agotada.

-   ¿Sartre? Ah si ese tipo francés que te tiene enloquecida hace más de un año, el que no te permite dormir ni comer. Ojalá fuese yo Sartre para desvelarte toda la noche.

-   Deja de decir bobadas Andrés, es para mi trabajo…tú lo sabes.

-   Si lo sé, pero quisiera que fuera diferente.

-   Diferente ¿cómo?

-   Que pensaras más en mí, que en él.

-   Yo pienso en ti y lo sabes. ¿A qué se debe tu llamada?

-   Quiero verte, necesito que hablemos y de paso robarte un beso…donde tú quieras que te lo de.

-   OK. Te espero en la 63 con 7ma. A las 7. No tardes.


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