Por las alamedas solloza el
viento, sufriendo en la umbría
cuyas lágrimas se abrazan en
secreto. Resignada derrama la
vida en el éter de sí mismo,
donde las gotas muertas meditan
sobre el abismo verde y brumoso,
mientras un paisaje duerme entre
un invierno, sin mañana y sin ayer.
En medio de un torbellino piensa
en la antorcha que iluminará sus
caminos después de haber caído
en la vanidad de la filosofía,
donde sus alas se troncharon en
las diáfanas y monótonas letras,
derrotando su interior en un valle
profundo y desolado. Ruge la
culpa, esfumándose en las horas
y deshojando a la Luna, mientras
de la melancolía florece la
alborada que eclipsará sus
ojos, y levantándole el velo
negro besará su rostro
como señal de reencuentro.
Carlotta De Borbonet ©
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