No sé, pero el secreto se encuentra en apoyarse en un hombro
y llorar sobre él como cuando galopan los tranvías, y así
en
una gran propensión de sueños llamar a la melancolía hasta
el
punto de cerrar los puños con las manos, con ansiedad
profunda.
Después de todo el secreto está en mirar hacia el
interior de
nosotros mismos y disputar entre nidos de emociones el
pasado
que huye en el brevísimo túnel de lagunas y mares donde
ni
siquiera llegan los ecos del amor, el sol de otoño se
apaga y
la hace sentir infeliz / de noche el hombro se cansa y el
viento
sobre el mar susurra su nombre, también el silencio habla
/
blasfema y entonces piensa en Dios, le pide perdón por sus
lágrimas absurdas, ya pasarán las horas y vendrán tiempos
mejores, por ahora lo que nos queda es… llorar.
Juli P. Lizcano Roa
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