martes, 12 de enero de 2021

OLVIDO Nº13

 


Y como dijo Edgar Allan Poe: “Y siendo joven y sumergido en la locura me enamoré de la melancolía” … ¡Sí! Esa melancolía que nos separa, que nos divide, que nos discurre hacia la muerte. Esta gregoria tiene una noche dormida entre las piernas, esta noche se vuelve poniente al occidente del pecho, ese poniente siente pasar la existencia por sus venas, esa existencia cansada, agotada de la nada, ciego por la luminosidad mía. Ahora mi noche expía, sin consolación, su totalidad es sombría, y el sentido del tiempo se aclara … somos lejanía, pero los escucho, los escucho a todos, voces que aclaman ¿de quién es esta voz que me levanta? ¿de quién es está voz que me enajena? ¿de quién es esta voz que atrapa mi alma y la resguarda como una gran manta de paz y armonía? La melancolía se aparta y aunque el cielo no tuviese ni una estrella, ni la tierra habitara ser alguno, yo, con un destello fugaz de aquella maravillosa llamarada, me bastaría dicho fervor para darle un vuelco a mi vida. 


Carlotta de Borbonet©

Juli P. Lizcano Roa

INVENCIÓN E INTERMITENCIA (2020/21)

OLVIDO Nº12

 


Desde que estemos vivos, hemos de alentar las mañanas y enterrar en el olvido la tristeza y la desgana de la vida. Nuestro corazón de terciopelo ha de ser el arrullo de las rejas de los enamorados por una existencia más clara y viva…poblemos el vientre de amor y sementera, si es preciso matar para seguir viviendo, un día iré a tu vientre lejano y dormiré en la sabana de almidón que guardaste para servir a mi alma fiel, implacable e indomable. Una mujer y un hombre gastados por los besos.

Carlotta de Borbonet©

Juli P. Lizcano Roa

INVENCIÓN E INTERMITENCIA (2020/21)

miércoles, 6 de enero de 2021

OLVIDO Nº11

 



Como el silencio, he de aferrarme al cristal de arena quién buscara en mí el extravío de no verme en el espejo, porque en días como hoy me da pena mirarme. Pena robusta de acercarme a mi imagen y reconocerme, yo caigo poco a poco en las tinieblas exteriores, y ahora soy una partícula de polvo que flota en el espacio. Me veo desde lejos y no me reconozco (esto lo escribo apenas) como una forma de alimentar mi alma casi muerta de desesperanza.

Asciendo perdida en el cantico de las aguas como una letanía que se renueva y que ocurre entre el sueño y el cielo viajero de mi manto que se dibuja y se multiplica entre panes y peces. El futuro es ausencia de mi imagen reflejada en el espejo, de este vacío que corroe mi Ser y que ahora mismo se empecina a embarcarme en el túnel del desasosiego; suspiro, cabalgo sin dejar huellas más allá de la luna y las estrellas donde espera Hades a la sepultura de mi cuerpo moribundo y agonizante.

¿Qué hice para que pusieran a mi vida tanta cárcel? Me pregunto una y otra vez. En el rincón de mi vientre brota y arde solitario, la pólvora de la soledad removiendo de la piel cada pedazo de desagrades, yo soy el muerto que alienta las mañanas, precipitando a que llegue agosto distando el otoño y anocheciendo los parpados de mis ojos.


Carlotta de Borbonet©

Juli P. Lizcano Roa

INVENCIÓN E INTERMITENCIA (2020/21)


martes, 5 de enero de 2021

OLVIDO Nº10

 


Yo soy sombra. Del rabillo de ojo, en la fugacidad del silencio se amamanta la alegría del destino, generosa de Ser un instante en el tiempo de un nosotros imperdible ante el deseo de la vida verdadera. Escribo ladridos a la Luna, allí donde el mar y el sol se anclan para verme sonreír; misterio tras misterio me rodean, así como el viento y la nube silenciosos suben al infinito dialogante de pájaros, donde la memoria en su ir y venir todo lo ve. No quiero soñar con la muerte, porque en ella no hay sueños que iluminen mis días

Carlotta de Borbonet©
Juli P. Lizcano Roa
INVENCIÓN E INTERMITENCIA (2020)

OLVIDO Nª9

 


¿Quién te ha exiliado del Universo? Ha sido un día triste, un día para los lobos, un día de oscuras madrigueras. Acaso ha sido la Luna la que ha salido a revertir tanto dolor, acaso han sido los halcones ave de presa y no de cetrería la que ha dado alcance y me ha tendido la mano y así darte a la espera de mi anhelado corazón. A través de la niebla se cubre los fantasmas del amor, agitados en su diálogo, viajando en el contrasentido de la felicidad, ¿Cómo he llegado hasta aquí, Dios?, veo muertos que alimentan mi alma sobre arenas corrosivas que no me dejan dormir…cómo llegue hasta aquí…cómo puedo salir.

Carlotta de Borbonet©
Juli P. Lizcano Roa
INVENCIÓN E INTERMITENCIA (2020)

lunes, 4 de enero de 2021

LA PIEDAD, DESDE JEAN J. ROUSSEAU Y JOSÉ SARAMAGO (Psi. Julie P. Lizcano Roa)



Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos.

(Philip Gibbs)

 

Tomando como base el texto de José Saramago llamado Ensayo sobre la ceguera (1995), y el texto de Rousseau (1754) “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, quiero realizar una analogía sobre el concepto de piedad y cómo este se ve reflejado en el texto de Saramago, y que lo haré de la siguiente forma: 1. Definición del concepto de piedad según Jean J. Rousseau; 2.  Puntos de encuentro y desencuentro entre el concepto de Rousseau y el texto de José Saramago y; 3. Conclusiones:

 

La  piedad o conmiseración para Rousseau  (1754) es un afecto primario que se encuentra en la naturaleza de todos los seres humanos, es en sí una virtud universal en el que los seres humanos son capaces de reconocer al otro como similar, es además la capacidad que tienen los seres humanos de “ponerse en los zapatos del otro”, aunque le incomoden y le queden grandes, y es una sentimiento que además es fortalecido por la razón. Así mismo, la piedad es ese sentimiento que nos lleva a socorrer al otro cuando este sufre, es también ese sentimiento que inspira a los seres humanos, y que se asemeja a la bondad, la piedad surge para afinar o aplacar el amor de sí y el amor propio, en definitiva la piedad contribuye a la conservación de nuestra especie humana, el cual lo sustenta Rousseau en el siguiente párrafo:

 

Me refiero a la piedad, disposición conveniente a seres tan débiles y sujetos a tantos males como nosotros somos; virtud tanto más universal y útil al hombre, cuanto que precede en él al empleo de toda reflexión, y tan natural que los mismos brutos[1] dan de ella algunas veces señales evidentes. (p. 75)

 

Teniendo en cuenta el párrafo anterior, en el texto de Saramago (1995) se encuentran actos de piedad o conmiseración, ejemplificado de la siguiente manera: “Le pido perdón, fue mía toda la culpa, no tenía por qué hacer lo que hice…” (p. 69). Sin embargo, ¿qué sucede cuando el amor hacia los demás se debilita, convirtiéndose en amor propio?, según Rousseau (1754) el amor propio es el origen de la degeneración de los sentimientos naturales, es decir el amor propio silencia a la piedad, allí entonces la miseria del pobre, la muerte de un semejante o el desastre del prójimo dejan de conmover a nuestra piedad cuando la razón comienza a dar argumentos que justifican dicha indiferencia y que de alguna forma se ve representado en el texto de Saramago (1995): “Cómo irá la pierna de ese, se preguntó, pero sabía que en ese momento no se trataba de compasión, lo que quería era fingir preocupación”(p. 64). Parece ser entonces, que los intereses que anteriormente giraban en torno a los otros, empiezan a inclinarse hacia sí mismos, encegueciendo a toda la humanidad, creando el caos, provocando guerras, asesinatos, envidias, etc., cito a Saramago (1995): “No quiero creer que esté ocurriendo esto, va contra toda regla de humanidad” (p. 71); “No basta con que estemos ciegos, es como si nos hubieran atado de pies y manos” (p. 78).

 

En contraposición a lo anterior, no cabe duda que la piedad en sí, es un factor indispensable para la especie humana, porque quizás sin esta, nuestra especie hace mucho tiempo se hubiese extinguido, aquí surge esa repugnancia de la que nos habla Rousseau  (1754) en su texto, porque a pesar de cualquier circunstancia que el ser humano este viviendo, sentirá compasión por los infortunados, es un sentimiento que al ser universal es irresistible, teniendo en cuenta que para ello no es necesario tener un vínculo afectivo hacia el otro; y Rousseau  (1754) lo sustenta y ejemplifica en el siguiente párrafo:

 

Resulta que la piedad es un sentimiento natural que, moderando en cada individuo la actividad del amor propio, concurre en la conservación mutua de toda la especie. La piedad impedirá al robusto salvaje quitar al débil niño o al viejo enfermo la subsistencia adquirida con trabajo, si espera hallar la suya en otro lado. (p. 78)

 

Respecto a lo anterior, en el texto de Saramago (1995) se ve representado cómo los ciegos se ayudan mutuamente para poder sobrevivir en el contexto en el cual se encuentra inmersos, y del cual no pueden liberarse a menos que sea por su propia muerte, Saramago (1995) representa muy bien este argumento en su texto de la siguiente manera:

 

Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo,  para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad. (p. 86)

 

En conclusión, la piedad según Rousseau  (1754) trasciende todas las situaciones humanas, no importa cuán “malvados” seamos, siempre habrá algo que nos hará sentir culpa y piedad por ese otro que esta al frente de nosotros y que sufre, desembocando así actos de beneficencia; el piadoso entonces, no solo siente pena por el otro, sino que realiza actos para contrarrestar dichos sufrimientos, y que definitivamente se vio reflejado en el texto de Saramago (1995). A su vez el amor propio no aleja el amor hacia los demás, parece ser entonces que el bien particular, también está determinado por un bien común que se ve representada en la piedad o en la conmiseración por los que nos rodean, ¿No sería este un buen camino, en búsqueda de esa felicidad y libertad tan anhelada que solo la virtud de la piedad podría ofrecernos?

 

 

Referencias

 

Rousseau, J. (1745). Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Buenos Aires: Aguilar.

Saramago, J. (1995). Ensayo sobre la ceguera: págs. 64-101. Bogotá: Santillana



[1] Animal que escoge, rechaza y obedece por instinto. No tiene la capacidad de decisión, ni elección y es incapaz de perfeccionarse a sí mismo.  (Rousseau, 1754)