Desde que estemos vivos, hemos de alentar las mañanas
y enterrar en el olvido la tristeza y la desgana de la vida. Nuestro corazón de
terciopelo ha de ser el arrullo de las rejas de los enamorados por una
existencia más clara y viva…poblemos el vientre de amor y sementera, si es
preciso matar para seguir viviendo, un día iré a tu vientre lejano y dormiré en
la sabana de almidón que guardaste para servir a mi alma fiel, implacable e
indomable. Una mujer y un hombre gastados por los besos.
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