Mi alma es el engranaje perfecto entre mis sentimientos y mi razonamiento que de alguna forma no puede fallar, es como una máquina perfecta y el único modo de sobrevivencia a este mundo. Mi desamparo me motiva a escribir diariamente con delicada curiosidad acerca de mis culpas y me refugio en ella como si fuese un pecado…una gran cruz, de la que no se puede hablar, pero sí manifestar en palabras escritas. La culpa en mí es algo tan vasto y tan enraizado que incluso lo mejor es aprender a vivir con ella, la culpa es como el agua…es un instante…se escurre entre las piezas de mi alma y me revuelve las experiencias metafísicas más profundas, estremeciendo en mi lo sagrado, dejando entrever la felicidad, aquella que me permite estremecerme en lo sagrado y entonces solo ahí, en aquella experiencia se me es posible desplazar mi alma y no volver a erguirme hacia las ruinas.
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