Hoy reflexiono sobre la vida vivida, ¿corta?...¿larga?, aún no lo sé. Es un asunto difícil de expresar en palabras. La responsabilidad de sentir es grande cuando eres demasiado sensible, y entonces te vuelves demasiado lógico, como en un estado automático casi perceptible a vivir la vida muerta en vida. Y todo esto me hace pensar, que debo vivir la vida como una constante que se va transformando, sin avergonzarme de esta. A veces creo que vine al mundo a rebosarme en la nostalgia y a mirar el inalcanzable azul que se posa en el cielo de la tierra (que ni siquiera es mío). Por eso, en las noches balbuceo mis plegarias y le digo a Dios con ese gran pudor que me sostiene: alivia mi alma Padre…haz que sienta tu mano sobre mi pecho ardiente de dolor, haz que sienta que la muerte no llama a mi puerta porque ya en verdad estoy en la eternidad, que la entrega de mi misma a otros no signifique la muerte, haz que sienta una alegría modesta y diaria, haz que no te dude o te indague demasiado, porque sé que la pregunta seria tan misteriosa como la respuesta, haz que me acuerde de por qué deseo tanto un beso de mi madre cada día…cuando son tan perfectos, haz que no sea tan temerosa a este mundo en el que vivo y que aún no acepto, pues somos tan incomprensibles que existe una conexión misteriosa y de la cual queremos entendernos; bendíceme a mi y a los que me rodean (a aquellos que me aprecian y me quieren), que viva con alegría del pan que me das, del sueño que me brindas cada noche, y haz que pierda el pudor de desear que en la hora de mi muerte tenga una mano humana para apretarla, pues la soledad también hace parte de la condición de nuestro ser.
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Gracias por leerme :)