domingo, 9 de febrero de 2014

CARTA Nº 9



Anoche tuve un sueño terrible, parece que la muerte ha llegado hasta allí también, tan real como los cuentos de fantasía. Ahora, mientras me tomo un café contemplando las calles frente a mi ventana me ha entrado una intriga que se posiciona justo en mi garganta y en la ponzoña de mi estómago. Empiezo a escarbar entonces esta peroratas de emociones infalibles que en resumidas cuentas son epitafios clementes que nunca llegan, porque ahora tú te encuentras lejos cuando las montañas de mis senos desean con ganas tus pasos de besos arrolladores e infalibles sobre mi cuerpo.

Desde que te fuiste, los días han dejado de ser días, y las noches sin luna y sin estrellas han dejado de iluminar los valles que con tu mirada hacías brillar, pareciera que ahora todo lo que habíamos vivido fuese una historia imaginaria contada por un niño; sé que no demorarás pero tu espera es mi exilio. La verdad es que me siento infeliz a la sombra de mi habitación pensando en tu silueta y en una imagen que no logro recrear, aunque tu loción en la almohada me hace recordarte cada vez que estoy bajo las sabanas. Mi único aliciente es escribirnos, pues es una forma de recordarnos, de saborearnos a través de las palabras, de sentir nuestro amor en intervalos de tiempos, ese es el misterio que aguardamos y que nos hace únicos. 

Pronto llegará la noche, y empiezo a sentirme como una grano de polvo triste, melancólico y desgraciado. Mi alma se siente enferma cada vez que te apartas de su lado y en mi rostro se dibuja una expresión de incalculable desconsuelo, dime amor mío ¿en qué otro sitio puedo estar cuando tú no estás conmigo?

Regresa pronto.

Con cariño, Manuela Zimmerman. 

Euterpe © - Cartas de Manuela Zimmerman. 

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