lunes, 24 de marzo de 2014

LOS “ETTI”



Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi propia condenación. (Juan Carlos Onetti)

En un texto que leía estos días, Paul Auster escribía: “La literatura es una fuerza en el mundo y no me imagino la vida sin literatura. La vida sin arte es inimaginable…” refiriendo su notable preocupación por  estas en la actualidad, pero afortunadamente los dos logramos concluir, no sé si irónicamente, que la muerte de la literatura es algo que no se va a producir, por lo menos ahora. Lo que sí está claro es que lo que va a cambiar es la forma de cómo acceder a la lectura, pues es inevitable la oleada tecnológica que hoy ya abarca al mundo.

Si algo hay evidente es la necesidad imperante que existe hoy por la escritura, y que existe tristemente detrás de las habitaciones oscuras, de los jóvenes solitarios y artistas, de los silencios llenos de letras escritas en cuadernos escondidos bajo las almohadas y las tablas de los pisos de nuestras habitaciones, en donde impera la timidez y la baja autoestima; un personaje de esta categoría podría retratarlo mejor Juan Carlos Onetti, que lo que podría hacerlo yo. Pero, afortunados aquellos que logran abrir los brazos al mundo exterior literario, para ser escuchados y vitoreados, o en el peor de los casos abucheados por diversos artistas.  

Escribir hoy un cuento que supere las 20 páginas como nos lo sugiere Mario Benedetti, una nouvelle que traspase las 50 páginas o una novela que contenga unas 45.000 palabras podría considerarse un arte casi imposible de alcanzar fuera de los hogares de escritores “comunes”, es decir de aquellos que deseen ganarse un puesto en el mundo literario de hoy, teniendo en cuenta las problemáticas sociales que abarcan las sociedades Latinoamericanas donde impera la pobreza, el analfabetismo, el fracaso escolar, el iletrismo, etc.; y por otro lado, nos encontramos con los “nuevos” intereses editoriales, que se han convertido en instituciones elitistas, preocupados por meras versiones de escritos que lleguen a sectores específicos de la sociedad, generando así, una nueva democratización de la lectura y la escritura.
No hay como sentarse a tocar la guitarra, escuchar The Verve y escribir a luz de la madrugada, y es un hábito que yo personalmente no quisiera perder. Creo que con la música, la lectura y la escritura tenemos un poco de esa locura que combinada con el arte nos permite sobrepasar montañas y empapar el alma al ritmo de las notas musicales. Esto es cierto, estamos siendo a cada momento, y juntas o a la distancia trascendemos el tiempo, ese es el acto de mi quehacer cada día de mi existencia; allí puedo despojar y desnudar mi alma.

Onetti por ejemplo plasmara de forma casi naturalista este vacío existencialista propio de nuestra época, que anteriormente describía. Por ejemplo en su cuento llamado “El infierno tan temido”, él nos muestra ese lado de la máscara humana donde impera el dolor, los divorcios a temprana edad, los matrimonios no duraderos, la inconformidad con la vida, la resignación, el amor inseguro, la soledad, el suicidio; y que incluso el mismo Mario Benedetti plasmara en algunos de sus poemas como “Esa batalla”, y cuyo verso dice lo siguiente:

¿Cómo compaginar 

la aniquiladora 
idea de la muerte 
con ese incontenible 
afán de vida?


Existe efectivamente una necesidad de plasmar la vida, el cuentista intentará trabajar en los detalles, y el novelista cuya personalidad es mucho más ambiciosa tratará de trasmitir profundamente su postura ante la realidad que ve, que vive y siente, tratara así de darle forma desde los diferentes ángulos en los que esté ubicado, no importa qué tipo de texto escoja el escritor, pues este mismo es quien impondrá su propio ritmo. La escritura es un arte que necesita de grandes alas para volar, es esa ave fénix que con cada texto renace de las cenizas de cuyas letras han culminado con un FIN o un simple punto final. Todo aquel que camine por los senderos de la escritura notará que no existe determinante alguno para crear, nada de lo que se escribe es un juego, y mucho menos con la literatura que tanto nos ha dado, escribir sirve para reavivar el pasado, curar heridas que la vida misma ha provocado, y que ingenuamente las personas intentan sanar con los libros; pero, ¿podría un escritor de esta magnitud, responsabilizarse del sentir de aquellos quien lo leen, y de lo que estos interpretan? Lastimosamente no. Pero las letras hacen que todo esto misteriosamente perdure y prevalezca para siempre, y cuya desnudes está en la escrituraAl fin y al cabo, la historia como la escritura se acaba cuando la muerte nos llegue, aun así, estoy segura que las letras seguirán el camino que hemos trazado.


No cabe duda que el caminante (es decir el escritor) no solo ha de crear el camino, sino comprender que también él es el camino, no es de otra forma que los escritos surgieron y que se  perpetúan. Porque es cierto que no retornaremos, leeremos y se escribirán libros que hablarán de nosotros y de nuestras aventuras, llegaremos a la vejez solo para contarle al mundo, que el amor perenne si existe y que vivir en la cima de una montaña sin pensar en que hay más colinas por recorrer como lo decía Mandela también es posible, y por eso se escribe, como lo decía Benedetti, se escribe para contar la vida, se escribe porque el alma necesitas de las historias, de los versos, de palabras que agudicen nuestros sentidos. Se escribe porque las palabras nos dan el oxígeno que necesitamos cada día para respirar. Se escribe porque no nos sirve cerrar los ojos cada día simplemente para olvidar. Se escribe porque necesitamos aprender a morir en silencio. Se escribe para encontrarnos en lo perdido, en lo vago, en la nada y así poder levantarnos cada vez que nuestro cuerpo no puede aguantar más. Se escribe para huir del miedo, de la soledad, del insomnio, de las voces incesantes que no callan. Se escribe para orarle a Dios y exaltar en ella nuestras pobres plegarias. Se escribe porque estamos envejeciendo en el apuro del tiempo. Se escribe porque ya no nos queda nada más qué hacer. Pero ante todo, se escribe para aprender a ser felices aunque nos cueste la vida, y todas las letras del mundo. 

Euterpe ©- SOLILOQUIO II

miércoles, 19 de marzo de 2014

domingo, 16 de marzo de 2014

MISANTROPOSIS


Deseo no volver a salir de casa, para no tener que verle la cara a toda esa manda de idiotas que andan por las calles, corriendo de una lado a otro para que el bus no los deje, o el puto trasmilenio no les cierre la puerta en la cara. Luego tener que llegar a cualquiera de sus destinos para decirle al idiota que tiene al frente: “Buenos días, que maravilloso día está haciendo hoy”, mientras por dentro te cagas de la puta melancolía, pensando en tu maldita noche de insomnio y de las lágrimas que derramaste sin saber por qué. 
Si eres un joven con “oportunidades”, sales al colegio o a tu universidad creyendo que algún día el estudio o tu carrera te dará dinero para vivir mejor y tener más de lo que has tenido; y si eres un pinche adulto llegas al trabajo como cualquier día, sin darte cuenta que los de arriba del organigrama, se cagan sobre ti cada día de tu existencia. Pero, ¿Qué decir de aquellos que no tienen que llegar a cumplir con un puto horario?, de esos que trabajan en la calle, o de esos que se suben y bajan de los buses, para que algún marica les de dinero, mientras por dentro sienten lástima de sus propias vidas: “Pobre ciego, que bueno que yo puedo ver”, “pobre mujer, la tiene peor que yo”, “pobre anciano, debería ir a quejarse con el gobierno”, “pobre man, perdió los dientes por la droga” y en estas situaciones no se salva ni el cojo, ni el manco, ni el bizco, ni el parapléjico, ni el boquete, ni el desplazado, ni los músicos…y así sucesivamente, e indefinidamente. Ah! pero eso si, no me jodan con sus paros de mierda, que no sirven para nada, y menos cuando lo quieren todo regalado, hasta allá tampoco. 
Y los de estatus altos (discese de los estratos 5 y 6), imitan estar trabajando mientras piensan cómo gastar su pobre sueldo millonario, o cómo ganar más sin tener que hacer el menor esfuerzo, manteniendo así su estatus quo, hacen viajes cortos unas cuantas veces al año (no a Melgar, Mesitas del colegio, Anapoima, Girardot, como la gente normal; o a menos que allí tengan una lujosa finca, a la cual van una vez al año), sino “pequeños” viajes al Asia, África y Europa; y además de eso son maravillosamente modestos, y amarrados (porque temen perder sus centavitos), ¿irónico, cierto? Si supieran, o quizás tuviesen la mínima idea de que hay familias en nuestra patria en que con un mínimo la comida alcanza como sea para tres, seis, diez personas, incluso para sus perros, que en la mayoría de veces son más de dos. Y me vale culo sus fundaciones de mierda, porque las problemáticas seguirán arrastrando más abajo a las minorías. 
Si, mis queridos lectores, esto se llama REALIDAD, les presento una parte de ella. La vida no es esa que ves todos los días sentado en tu carro, o en tu cama lujosa viendo la televisión, ni detrás de tu auto de vidrios blindados mientras tu guardaespaldas conduce por estas cagadas calles. Invito a que recorras esta podrida ciudad para que te des cuenta de lo injusta y desbordante que es la existencia, y así  dejes de repetir como borregos: “Así es la vida”.
hum! que bueno que la mayoría olvida que el suicidio es existe. 

viernes, 14 de marzo de 2014

Lamb - Gabriel



This song breaks the soul!

"I can fly, but I want his wings
I can shine even in the darkness
but I crave the light that he brings
I can love, but I need his heart".







CARTA Nº 13



No ha llegado el correo aún, parece ser que ha habido problemas serios con la llegada de mercancía a Bogotá,pero por ahora no han habido problemas con la salida de esta, lo que es supremamente raro,además de eso el gerente de la empresa ha renunciado, y quien ha tomado el cargo ahora, no ha logrado organizarse; eso me lo ha dicho Ana, quien es la que siempre me entrega el correo. Lo que me hace pensar que has estando leyendo mis cartas. 

La semana pasada Marcos por fin acepto algunos escritos míos, le han gustado y me dijo que empezarán a publicarlos prontamente en el periódico de los martes en la última sección, estoy ansiosa de ver mi nombre allí. En verdad no tienes idea, de cuánto tiempo les he dedicado, han sido horas y horas de escritura, y cada uno de mis cuentos los he pegado en las paredes de mi habitación para seguir la secuencia y así, mantenerme al tanto con la escritura. Verás cuando regreses que mi apartamento esta hecho un caos, hojas escritas a máquina por todos lados, y libros en el suelo que no paro de leer y releer. Pero esto es lo de menos ahora, te enviaré apenas pueda el primer ejemplar que me llegue del periódico del martes para que lo leas; te lo prometo.

Quiero contarte que las noches han sido como un torbellino ausente de desolación, y creo haber visto tu sombra recorrer a pasos lentos los pasillos de mi habitación, percibo tu aroma en las paredes, en el piso, en los tapetes, en las hojas de mis libros y revistas, en la comida…y me pregunto, ¿Si esto que siento es culpa del aislamiento, o si es simplemente una forma que tiene mi alma de desahogarme de ti? Llevo días sin salir de aquí porque te veo en la calle, en los buses, en los restaurantes, en todo lugar al que voy, y no soporto esa desdichada sensación. La soledad es como un puñal que atraviesa mi ser, y no basta escribirle a la nada, porque tú no estás aquí, tus fotos se han convertido en una imagen alucinada que mis sentidos no logran entender. Creo que la vida me está haciendo pedazos, y no sé cómo evitarlo. Esta es la hora que no sé si es de día o si es de noche, porque mi cuerpo solo te espera a ti.

El poco dinero que tengo y que me ha dado por adelantado Marcos por mis cuentos, lo he gastado en libros, que afortunadamente la librería no ha tenido inconveniente de enviarme, también en alcohol, cigarrillos y un poco  de marihuana, solo porque deseo recordar viejos tiempos, cuando los dos nos sentábamos en algún parque a hablar con los árboles, y de tu gato rojo llamado Thomas.  Dirás que vivo en los recuerdos, pero yo creo que todos vivimos de ellos, aunque odio mi pasado, más de lo que odio a mi propia vida; ayer llego una carta de mi madre, diciendo que mi padre ha fallecido, me ha enviado dinero para el pasaje (y supongo que también lo ha hecho con mi hermano), pero en verdad no me importa nada, estoy acostumbrada a la muerte, y sé que él ahora está mejor sin nosotras. Yo no quiero que te conmuevas por esto que te estoy contando, ni que me digas que necesito un puto loquero, pues no hay presente más soportable que una vida sin ellos, conozco la muerte y no necesito verla en él.

Amor, realmente estoy ansiosa de saber cómo estas, miro el reloj cada segundo y el teléfono esperando esa llamada que me diga que han llegado los correos, y que puedo ir a recogerlos; y es que solo necesito escuchar tu voz cantar en mi cabeza, no soporto más mis pensamientos, y necesito con urgencia alguien que las acompañe, no quiero llegar sola a la inanición que trae la existencia del cuerpo humano. Mi alimento eres tú, mi vida es contigo. Y es que no sé cuánto tiempo más soportare la ponzoña que trae el destierro de la ausencia.

Esperándote de algún forma,
imposibilitada para llorar cuando la soledad observa.

Con cariño, Manuela Zimmerman.

Euterpe © - Cartas de Manuela Zimmerman. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

sábado, 8 de marzo de 2014

CARTA Nº 12



-Manuela, Manuela, Ma… gritaban repetidamente anoche mientras intentaba conciliar el sueño, y abrazando temerosamente y conmocionada la almohada por lo que allí me sucedía, decidí vestirme y salir a caminar. Recorrí la séptima con 57, hasta llegar al Parque Nacional, donde me fume algunos cigarrillos y le escribí al firmamento que me miraba cautelosamente en esa soledad que me abarcaba, pensando al mismo tiempo en cuándo regresarás. Tú sabes, me siento desesperada, pues aún no han llegado tus cartas, aunque el cartero me ha dicho que ha sido por retrasos de la empresa y que parece que las cajas de los correos las confundieron, las cuales no llegaron a Bogotá, sino a otra ciudad. Las llamadas internacionales también son un caos, y las líneas se caen con facilidad, además su costo es muy elevado, y tú sabes que yo solo vivo de la escritura.  De paso, estos días he mandado algunos escritos a la Revista PLP, hable con un tal Marcos Rodríguez quien se ha interesado por mis cuentos cortos, aun así el pago no es bueno, quedo de llamarme este mes para confirmarme lo del trabajo.

Estos días me he dedicado a la escritura, a la lectura y a pensar en ti, muchas veces he deseado desesperadamente que una voz interrumpa mis silencios, pues es la única forma de liberarme del miedo y de esas voces en mi cabeza que me atormentan. Pero, se me magulla el alma de pensar que quizás tú estés empezando a olvidarme; pero no te preocupes, aún no he caído en la tristeza absoluta del abandono, pero amor mío, me hace mucha falta tu cariño, porque el mío empieza a agotarse y a endurecerse, y no quiero echar a perder nada de esto, es que no quiero volver a los caminos de antes, esos que recorría antes de conocerte, ese mundo lejano en que la vida me arrastraba y me azotaba sin permiso. Espero algún día llegues a comprender cuanto te quiero, y lo repito sin vergüenza ¡Te quiero!, esta es nuestra aurora que nos calienta cuando tenemos frío, que nos da esperanza en nuestra soledad, y donde los poemas se convierte en el himno de nuestro amor.

Nunca creí que esta separación temporal, me fuera a atormentar tanto. Y ahora, no sé con qué conformarme, solo tengo pedacitos de pensamientos tuyos envejecidos en mi armario, aunque solo las abro para besar tu nombre.

Con cariño, Manuela Zimmerman.

Euterpe ©- Cartas de Manuela Zimmerman. 

XXIV.

¿Crees que soy de esas mujeres, 
capaces de soporta la soledad?
- Pues no. Cada día sueño con
que una voz interrumpa mis silencios. 

Euterpe © - SOLILOQUIO II

jueves, 6 de marzo de 2014

RECUERDOS I




Recuerdo cuanto tenia seis años mirar a mi madre ha hurtadillas en su habitación vestirse; a las seis de la mañana ella sacaba cada una de sus prendas delicadamente, las colocaba sobre la cama, y las ordenaba por colores como si estuviese ordenando un arco iris, allí veía entonces ese armario que era una gran caja de Pandora para mi, y cuyo olor a mujer penetraba en mi nariz. Su piel joven relucía en la habitación como una joya cuyo valor no tenia ningún precio, su sonrisa se iluminaba con cada prenda que se colocaba, reluciendo su hermosa juventud. Ahora, casi veinte años después, no tengo que entrar a su habitación para ver su desnudez, hoy toda ella me confirma el deterioro que produce la vida en un cuerpo que intenta soportarlo todo, pero sé que no es culpa de ella, sino del tiempo, que con los pliegues de sus arrugas confirman la lucha de sesenta años en un mundo que no agradece nuestra existencia. 

Euterpe © - Libro: SOLILOQUIO II

miércoles, 5 de marzo de 2014

XXIII. Apología de un escritor



Quienes lean algún día mis líneas (si es que las leen), espero que entiendan que ninguna de mis palabras va dirigida a ellos, y mucho menos a que les guste, formando una imagen falsa de mí y de mi torpe conciencia. Nada de lo que escribo es un juego, y mucho menos con la literatura, que tantas cosas nos ha dado. No crean, amigos míos, que mis letras son para reavivar su pasado, y curar las heridas que su misma vida se ha generado, y que ingenuamente intentan sanar con los libros. Pues yo ni sé quién soy, y de dónde diablos vengo, ¿podría entonces yo, responsabilizarme de su sentir, sobre lo que escribo, y sobre lo que ustedes interpretan? Lastimosamente no. Lo que escribo aquí, es para que lo tengan presente y sepan a qué condiciones atenerse mis queridos lectores. Ni siquiera me importa la cantidad de escritos que todas mis personalidades hayan creado, desterrandome de mi pasado, de mi presente y mi futuro en todo momento continuo, que me llevan perdurablemente al olvido. Pero las letras hacen que todo esto misteriosamente perdure y prevalezca para siempre, y cuya desnudes esta en MI ESCRITURA. 

Euterpe © - SOLILOQUIO II