miércoles, 5 de marzo de 2014

XXIII. Apología de un escritor



Quienes lean algún día mis líneas (si es que las leen), espero que entiendan que ninguna de mis palabras va dirigida a ellos, y mucho menos a que les guste, formando una imagen falsa de mí y de mi torpe conciencia. Nada de lo que escribo es un juego, y mucho menos con la literatura, que tantas cosas nos ha dado. No crean, amigos míos, que mis letras son para reavivar su pasado, y curar las heridas que su misma vida se ha generado, y que ingenuamente intentan sanar con los libros. Pues yo ni sé quién soy, y de dónde diablos vengo, ¿podría entonces yo, responsabilizarme de su sentir, sobre lo que escribo, y sobre lo que ustedes interpretan? Lastimosamente no. Lo que escribo aquí, es para que lo tengan presente y sepan a qué condiciones atenerse mis queridos lectores. Ni siquiera me importa la cantidad de escritos que todas mis personalidades hayan creado, desterrandome de mi pasado, de mi presente y mi futuro en todo momento continuo, que me llevan perdurablemente al olvido. Pero las letras hacen que todo esto misteriosamente perdure y prevalezca para siempre, y cuya desnudes esta en MI ESCRITURA. 

Euterpe © - SOLILOQUIO II

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