No ha llegado el correo aún, parece ser que ha habido problemas serios
con la llegada de mercancía a Bogotá,pero por ahora no han habido problemas con la salida de esta, lo que es supremamente raro,además de eso el gerente de la empresa ha
renunciado, y quien ha tomado el cargo ahora, no ha logrado organizarse; eso me
lo ha dicho Ana, quien es la que siempre me entrega el correo. Lo que me hace pensar que has estando leyendo mis cartas.
La semana pasada Marcos por fin acepto algunos escritos míos, le han
gustado y me dijo que empezarán a publicarlos prontamente en el periódico de
los martes en la última sección, estoy ansiosa de ver mi nombre allí. En verdad no tienes idea, de cuánto tiempo les he dedicado, han sido
horas y horas de escritura, y cada uno de mis cuentos los he pegado en las paredes
de mi habitación para seguir la secuencia y así, mantenerme al tanto con la
escritura. Verás cuando regreses que mi apartamento esta hecho un caos, hojas
escritas a máquina por todos lados, y libros en el suelo que no paro de leer y
releer. Pero esto es lo de menos ahora, te enviaré apenas pueda el primer ejemplar que me
llegue del periódico del martes para que lo leas; te lo prometo.
Quiero contarte que las noches han sido como un torbellino ausente de desolación,
y creo haber visto tu sombra recorrer a pasos lentos los pasillos de mi habitación,
percibo tu aroma en las paredes, en el piso, en los tapetes, en las hojas de
mis libros y revistas, en la comida…y me pregunto, ¿Si esto que siento es culpa
del aislamiento, o si es simplemente una forma que tiene mi alma de desahogarme
de ti? Llevo días sin salir de aquí porque te veo en la calle, en los buses, en
los restaurantes, en todo lugar al que voy, y no soporto esa desdichada
sensación. La soledad es como un puñal que atraviesa mi ser, y no basta escribirle
a la nada, porque tú no estás aquí, tus fotos se han convertido en una imagen
alucinada que mis sentidos no logran entender. Creo que la vida me está
haciendo pedazos, y no sé cómo evitarlo. Esta es la hora que no sé si es de
día o si es de noche, porque mi cuerpo solo te espera a ti.
El poco dinero que tengo y que me ha dado por adelantado Marcos por mis
cuentos, lo he gastado en libros, que afortunadamente la librería no ha tenido inconveniente
de enviarme, también en alcohol, cigarrillos y un poco de marihuana, solo porque deseo recordar viejos
tiempos, cuando los dos nos sentábamos en algún parque a hablar con los
árboles, y de tu gato rojo llamado Thomas.
Dirás que vivo en los recuerdos, pero yo creo que todos vivimos de
ellos, aunque odio mi pasado, más de lo que odio a mi propia vida; ayer llego
una carta de mi madre, diciendo que mi padre ha fallecido, me ha enviado dinero
para el pasaje (y supongo que también lo ha hecho con mi hermano), pero en verdad no me importa nada, estoy acostumbrada a la
muerte, y sé que él ahora está mejor sin nosotras. Yo no quiero que te
conmuevas por esto que te estoy contando, ni que me digas que necesito un puto
loquero, pues no hay presente más soportable que una vida sin ellos, conozco la
muerte y no necesito verla en él.
Amor, realmente estoy ansiosa de saber cómo estas, miro el reloj cada
segundo y el teléfono esperando esa llamada que me diga que han llegado los
correos, y que puedo ir a recogerlos; y es que solo necesito escuchar tu voz
cantar en mi cabeza, no soporto más mis pensamientos, y necesito con urgencia alguien
que las acompañe, no quiero llegar sola a la inanición que trae la existencia del cuerpo humano. Mi alimento eres tú, mi vida es contigo. Y es que no sé
cuánto tiempo más soportare la ponzoña que trae el destierro de la ausencia.
Esperándote de algún forma,
imposibilitada para llorar cuando la soledad observa.
Con cariño, Manuela Zimmerman.
Euterpe © - Cartas de Manuela Zimmerman.
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