Imagen. Sara Herranz
Acabo de llegar, he caminado desde el
Parque Nacional, hasta el Parque Babaría, bajando hasta la U Nacional, la ropa
me huele a calle, a desahucio, a soledad prematura, y melancolía sin sello de
lágrimas. Esta semana recibí 100 pesos por parte del periódico por mis cuentos,
los cuales guardaré para llamarte en estos días, solo porque deseo escuchar tu
voz, aunque leerte es suficiente, pero quiero hablar contigo, escucharte de vez
en cuando es bueno, en la lectura se tiende a perder la voz del otro, no sé si
a ti te pase igual, pero a mi si, se me tiende a desvanecer la voz, y la
lectura se convierte en un soliloquio prematuro.
Es una lástima que estés tan lejos,
quisiera recitarte poemas de Benedetti, para luego hacer el amor desenfrenadamente,
y por ultimo salir a caminar tomados de la mano, beber alcohol, fumar
marihuana, y mirar el cielo llorar con sus estrellas brillantes que solo nos
muestran lo sola y apagada que se encuentra la luna. La muerte pulula ante mis
pies, ¿será el encierro?, no lo sé.
No he parado de escribir durante
días, cuentos y poemas de toda clase, y está a punto de explotarse mi cabeza,
quizás también es porque siento una gran preocupación por mi existir, y en
verdad amor mío, lo único que deseo es escribir, escribir, escribir, escribir,
escribir (bis)... Y luego, si puedo, dormir un poco.
Amor, te llamaré pronto, te pido que
en tu próxima carta me envíes la hora bogotana a la que puedo llamarte, tu
sabes que yo no sé nada del cambio de horario. Adjunto una foto mía en el
parque del virrey, y también una foto del árbol al que le solías hablar para no
sentirte solo, me pregunto si te extrañará,
dicen que los arboles tienen memoria; y tu amigo Fernando Rey, te manda
saludes, me lo he encontrado hace dos días en el parque Lourdes, lo vi un poco
triste, quizás su novia volvió a dejarlo, además tenía pinta de no haberse
bañado en días, sin embargo me dijo que estaba bien, pregunto por ti y le dije
que estabas bien, y que pronto regresarás, marco una leve sonrisa en su boca,
se despidió de mí y se alejó con pasos lentos y tambaleantes.
Te dejo amor mío, no me olvides tan
pronto y sigue esperando mis cartas.
Con cariño, Manuela Zimmerman.
Euterpe ©
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