Imagen: Sara Herranz Illustration
Esta
mañana me he encontrado con Marianita, ¿te acuerdas de ella?, será que todavía
estará enamorada de ti, aunque yo creo que sí, porque cuando me preguntó por
ti, se le iluminaron los ojos, yo le dije que estabas en París y que demoraras
en llegar, me dijo que le avisara apenas llegaras para que le firmes el libro,
también me dijo que lo ha leído dos veces y que ha quedado fascinada, además de
eso me regalo la sección del periódico en donde han colocado una pequeña
noticia tuya, te la adjunto, dice: "Colombiano
escritor, por gira en Europa", si no fuese por ella, no me habría
enterado, espero estés feliz con esto que te estoy contando.
Después
de que hable con ella, se vinieron a mi mente algunos recuerdos, aún tengo
presente ese lugar donde te encantaba escribir, especialmente este último
libro, tu teléfono marrón con terminados de oro, tu colección de ceniceros y
briquets de todos los colores, tu biblioteca llena de libros viejos que te
encantaba leer en las madrugadas y que me leías después de que terminábamos de
cenar, tus dibujos en la pared junto a mis poemas de letras diminutas, casi
microscópicas, ashh recuerdo estos días como si estuviesen pasando en este
momento, aunque a veces debía alejarme de ti, y de manera inconsciente tendía a
resguardarme, especialmente de tu aura angustiante y mortecina en esos días en
que no estabas bien de ánimo. Y cuando dedicábamos mucho tiempo a la escritura,
parecía que teníamos la consciencia de estarnos pudriendo cada vez que alguna
letra salía a flote en la máquina de escribir, hasta que el aliento débil y enfermizo,
hacía que lentamente nuestros cuerpos se desvanecieran sobre el escritorio, y caíamos
de repente en un sueño profundo que azotaba nuestros cuerpos, reclamando descanso.
Luego despertabas intranquilo y asustado, y continuabas escribiendo sin parar,
era incapaz de molestarte, y me conformaba con llevarte un café de vez en
cuando silenciosamente, mientras fumándome un cigarrillo te miraba desde lejos.
Parece
que así es la vida de aquellos que se arriesgan a vivir con un escritor, el
asilo, la ausencia y la soledad; sin embargo, me encantas, qué mayor regalo que
tus letras cuando se posan sobre mi cuerpo, tus poemas son el arco iris que rodean
la curva de mis senos, el despertar es
una ofrenda al cielo cada vez que amanezco contigo, y aun en la lejanía tu
suspiros son los versos que me dan el consuelo para seguir viviendo.
Te
dejo, sin dejarte.
Con cariño, Manuela
Zimmerman
Euterpe ©
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Gracias por leerme :)