Atrevernos a sentir, a explorar la aurora con los ojos del alma, y a caminar por las ramas del paraíso sobre una simiente que afile nuestras alas como ángeles, y así arrullar en el regazo la vida contra los asaltos feroces del destino sin temor alguno y sin desdoro, fiel a sí mismo, humilde y esclavos al servicio de la vida como querubines que tallan los cielos alzándole las manos al universo.
Carlotta de Borbonet ©
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