Respirar,
no pensar en nada, enternecer el alma, ser y no ser, lidiar con la existencia,
y sobre todo marcar el paso de los pensamientos que recorren tu mente y que están
a punto de estallar. Ese entre querer pasar la vida y pasar el rato, porque
sólo entonces se puede juzgar la vida como un naipe que elige caer en los
brazos equivocados y que, con su silencio te reconciliarán con tus recuerdos.
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