Existe un deseo trágico y pesimista, y no cualquier pesimismo. Sino por el pesimismo de los indigentes, de los románticos que están rotos por la vida, de los inadaptados, de los nihilistas-existencialistas. Es un vigor intelectual cuyo corazón no teme a las propias cualidades de la existencia, sino que está acompañado por el valor y la arrogancia del hombre cuyo objeto de estudio es la libertad del ser, y la ilusión regocijante de la realidad que ha tocado el curso del tiempo, la voluntad sobre la invariabilidad del carácter y la negatividad de la alegría.
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