Si es el miedo la causa de tanto dolor, si es el miedo el templo de tantas tristezas, ¿Cómo podría recurrir a la morada de los afectos que pierden sus frutos con toda aflicción? He aquí el camino que deja yernos los pasos del hombre mientras da vueltas alrededor del mundo, perdiéndose entre las nubes rotas y tibias fuentes de su locura repentina que invade los fantasmas de su soledad y su pobreza. La sombra de nuestras tierras se derrama por la borda del capitalismo, a la sombra de los suplicios y los grilletes que de la vida te despedazan y que nos conducen a la derrota inefable del no ser. Queremos vivir, pero hemos de reposar en el sinsentido de nuestro destino pues la inutilidad sabe a paraíso, y las montañas se simen sobre nuestros versos grises llenos de recuerdos. Huye el tiempo anhelante de misterios y las flores caen marchitas de árboles, finalmente estalla la eternidad reversible a los azares de las notas musicales, tumultuosas de estrellas y astros perpetuos.
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