Solo los luchadores que ponen adelante la dignidad y no el temor a la muerte, pueden consolarse pensando que vivirán grandes cosas a través del tiempo, como el valioso sonar de un violín, o como el hermoso palpitar de un corazón sano. Solo los luchadores que ponen frente así el deseo de vivir, en vez de la desesperanza, podrán consolarse pensando que vivirán grandes cosas y que a través del tiempo el vuelo de un ave será suficiente para calmar las almas rotas que en cenizas se encuentran alborotadas deseosas de surgir de ellas.
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