Tocar
el violín, escuchar The Verve y escribir a luz de la madrugada es un hábito que
no quisiera perder. Creo que los dos tenemos un poco de esa locura que
combinada con el arte nos permite sobrepasar montañas y empapar el
ama al ritmo de las notas musicales. Estamos siendo a cada momento, y
juntos o a la distancia trascendemos el tiempo, ese es el acto de nuestro amor.
Despojada y desnuda esta mi alma hoy, ya no tengo miedo, ya no me siento tan
sola como la ave que ha perdido el rumbo, ya no siento frío, y nuestras citas
casuales crean la armonía que tanto hemos buscado. Creo que hemos ido comprendiéndonos
letra por letra, beso por beso, paso por paso, los dos buscamos algo que aún no
sabemos qué vamos a encontrar, pero por ahora disfrutamos del camino.
Quisiera
ver tu rostro cada vez que lees mis cartas, así como ves el mío cada vez que
tocas el piano. Cuando me recuesto, te recuerdo, y veo en tus ojos ese Azulejo
que vuela por las islas Bolivianas, volando alucinado por el aire y las brisas,
dejándose maravillar por el aroma de las flores y los mares que recorre. Yo
deseo ser el aire que cubres para sentir tus alas tocar mi cuerpo. Yo iría a
buscarte, para mirarte desde lejos y maravillarme de cómo sobrepasas el viento
y la marea haciendo temblar montañas y selvas con el aleteo de tus alas.
Amor
mío, el solo hecho de que pueda abrazarte, tenerte a mi lado, sentir
el palpitar de tu corazón, sentir el ritmo de tu respiración, hace que
esta vida sea mucho más llevadera. Yo te quiero porque vos sos el túnel iluminado
que necesitaba mi vida, te quiero porque vos sos el Yin yang que une mi
puente con el tuyo, te quiero porque vos sos mi cuento de amor favorito, te
quiero porque sos el reflejo que quiero ver cada día al mirar al espejo, te
quiero porque ese esa es mi condena: amarte cada día de mi vida.
Valoro
la vida por darme la oportunidad de haberte conocido, eres el canal que deseo
cruzar para llegar a la Luna.
Con
Cariño, Manuela Zimmerman.
Euterpe
©- Cartas de Manuela Zimmerman.