Hoy es domingo, y he pasado el día hablando con Fred que siempre me sorprende con sus visitas, él es un hombre como todos los demás, lo único es que le encanta el té con leche y la heroína de Martín, quien vive a unas tres cuadras de donde yo vivo. Cada vez que Fred viene a visitarme hablamos del amor, tenemos sexo, y escribimos poesía para recordar que aun seguimos vivos, escuchamos la radio y nos preguntamos sobre cómo era la vida de nuestros abuelos cuando aun nosotros no habíamos nacido; pensamos en Hitler y Stalin, pensamos en la muerte y en cómo se sentiría morir en una cámara de gas, y que quizás algún día deberíamos intentarlo, al fin y al cabo los dos sabemos que nadie nos extrañaría, y a cambio daríamos nuestras vidas, haríamos un bien a esta humanidad, cambiaríamos nuestro dolor para vivir en la nada de las almas, cambiaríamos nuestras lágrimas por un día más de sol en la tierra, cambiaríamos todo de nosotros, por el nacimiento de otros que sepan soportar el sufrimiento que se siente tan solo llegar a tierra firme.
Fred me dijo que le gustaría suicidarse y dice que deberíamos hacerlo los dos el mismo día, quizás en el verano de agosto antes de mi cumpleaños, él piensa que eso sería un acto de confraternidad conmigo misma, ya que me ve triste y escasa de palabras. Ahora que Fred no esta, me siento doblemente sola y triste, las paredes cierran y abren sus parpados, murmullan sonidos, voces que hablan sin parar, nada vale en este momento, quizás este vaso de cerveza. Solo me queda el olvido de mis letras, de nada existe rebelarse frente a mi nacimiento, cuando Dios sabe que fui su peor creación.
Euterpe © - Voces alucinadas.
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Gracias por leerme :)