últimamente las palabras se
refugian en el silencio de
los suicidas que se han
liberado de la angustia
de Dios mientras este
poema calla ante el ladrido
de una mosca que recorre
esta ordinaria ciudad
precipitándose garganta abajo
avergonzada del camino mientras
bailaba con extraños en clubes
nocturnos de la 66.
parece una locura pulverizar
el alma cuando esta se siente
tan vacía como el aire sin
cielo cuando ya no queda
nada más que discutir ante
esta melancolía de putas que
a menudo se hunden en el
llanto producto del whisky
ensangrentado por su saliva.
¡marchémonos!
recojamos las hojas del ropero
y encendamos nuestros huesos.
Carlotta de Borbonet ©
Julie Lizcano Roa
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