Extrañemos a los que
amamos, revivamos la esperanza del reencuentro, del deseo de estar con otros,
porque mientras solo estés, te darás cuenta que estás muerto y que es
preferible estar afuera en el mundo donde quizás la gente es estúpida y frágil,
pero es preferible estar afuera que en el encierro de ti mismo, porque allí la
luz es mucho más difícil de encontrar. Pues nada es demasiado impredecible o
imprevisible como para no suponer que la vida a veces se nos escapa de las
manos; hay siempre que tomar nota, sofocar las malas energías, administrar el
tiempo, llegar a viejo, acariciar los deseos y los miedos, darse una pausa
cuando se es necesario, darle la mano a los enfermos, no interrumpir los ritmos
que nos deja la alegría, vociferar en gestos eternos esas perturbaciones del
destino y concebir en lo que vemos el gozo eterno de la vida futura sin reversos,
siempre adelante mirando hacia el ocaso.
Carlotta de Borbonet ©