Intentar subsistir, resistir el dolor, o la agonía de
la ponzoña que se ajusta en el centro de tu universo. El agua cae y la vida
difuminada te golpea como un rayo, directo a tu pecho, a tu vientre vacío, ¿cómo
escapar sin sentir culpa ante ese inevitable destino? ¿Cómo no reventar en el
silencio de tu destino la tristeza que carcome tu alma? Somos débiles y frágiles
como las nubes cuando las traspasan rayos fuertes que se suman sin permiso directo
a tu corazón, te rompes y caes al suelo sin nadie que te levante, simplemente
estás solo; y es que nuestras almas son tan frágiles que a veces sentimos que
nos partimos a la mitad.
Carlotta de Borbonet ©
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