jueves, 19 de junio de 2014

El lenguaje del poeta



La tarde galopa confusamente sumergida 
a la espera de sueños angustiados y torvos,
donde la corriente profunda acecha sobre el 
remanso umbrío mirando silenciosamente su
palpitante olvido, cuyos párpados esconden 
su arrullo hondo, pausado y distante con temor
a decir su nombre. Inclinando las turbias noches, 
de libros olvidados y de lecturas oxidadas se aferra 
el artista, mirando al cielo invadir sus recuerdos de 
poemas silvestres, donde llora afligido intentando
darle tregua a su dolor, deshaciéndose de las dagas 
invernales que no hallan la anestesia para sanar las 
heridas que se encuentran justo en el centro de su 
corazón. La niebla borra el estío, que predica el fin 
del mundo, donde los días disuelven el esplendor 
y la miseria, allí retoña entre las nubes con sus 
sombras vacías que deshojan la melancolía en 
sueños, donde tú eres mi mayor desconsuelo. 
Despojado de poemas roncos se perfuma el 
tiempo de adioses que induce a encadenar la
vida exiliando su destino a la clandestinidad 
donde el invierno meditabundo se topa con la 
melancolía. Y ahora el llanto libera la plenitud, 
deshojando en místicos cantos la máscara 
del poeta, que vive y sueña. 

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