miércoles, 25 de junio de 2014

El último suspiro




Lleno de sauces los días
se enraízan en el tiempo.
Arrojado estoy en el abismo,
guíame Dios sin temor por 
estas tierras abruptas donde
el sol a chocado con el suelo.
Voy de camino a la abolición
de mi cuerpo, donde una
esencia desgastada comprime
mis nervios, castigando a la
culpa que se haya anudada
en las ramas de mi pecho.
Si se me diera el permiso de
recoger lo roto y lo llorado,
se paralizaría el tiempo al
ver al poeta arrodillado sobre
el suelo tratando de recoger
con sus manos, los días y las
noches que él mismo ha
desperdiciado. En este poema
de muertos, un verso de Vallejo
sería el último esplendor, que
daría fin a su sufrimiento.

Euterpe ©

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