Quisiera no ahogarme entre letras,
cuando mi alma se siente encerrada
bajo el ataúd incierto del tiempo. Y
antes de morirme, juro que lanzaré
mis versos al cielo, donde suplicaré
perdón y condescendencia. Ya he
visto a la muerte salir de los escombros
como un reflejo sentenciando a mi silencio
donde se esconden mis más mansos
secretos que arden bajo el fuego de grietas
donde el dolor pulula. He llorado escribiendo
este poema, donde las solitarias calles
acompañan mis pasos tambaleantes que
sin querer entierran mis pequeñas lágrimas
en homenaje a mi corazón herido.
Hoy me faltan fuerzas, me tiembla la
respiración y mis manos se duermen al
escribir. Es tiempo de lanzar mi alma
desde las alturas, donde la nada
se alegre de recibirme.
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