Negros bosques donde vuelan
en espiral las flores,
está un trozo de mi corazón
que derrama un mar de gemidos.
La noche mojada tiende su manto
a nuestros pies donde exhalas
con un suspiro las migajas que le
sobran a mi alma.
En rotos fragmentos esparcidos
huyen las golondrinas de mi
ardiente alegría,
acuchillada y ebria,
sin orillas ni rincones.
Con las alas rotas había querido
volar hasta rozar por fin la faz
del universo y así intentar
olvidarme de su veneno infame.
Sin más adiós, este amor nada
vale sin tormentas,por eso te dejo
en este bosque lúgubre donde el
tiempo perdido se condena
mientras la miseria despoja del jardín
mis profundas melancolías.
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