De repente mi deseo se viste
de comas y adjetivos en
remolinos antiguos donde los
dioses moldean la tierra que
a veces se revela en la desnuda
hoguera de tu ausencia lánguida.
La aurora húmeda navega preñada
de tempestades con misteriosos
rituales de pasiones taciturnas
que murmullan en secreto
rompiendo las noches y hundiendo
bajo gritos y gemidos las calladas
nupcias que vacías esperan
atropellando huracanes, cubriendo
el tiempo de estrellas donde la
noche con su mirada rota hunde
de miedos el suicidio lejano
frente al caos que se precipita.
La lanza de fuego flota fecunda
aprisionando paisajes y envolviendo
al destino que incomprensible
se quiebra en dos, en tres, en cuatro,
sombras donde se esfuman sus
sueños desconocidos que hipnotizan
a los astros rompiendo la realidad
que se retuerza en la senda del
silencio, liberada de llamas fugaces
que acarician los cuerpos desnudos
donde la angustia seduce los poemas
con lágrimas que se quiebran en
el vacío de su madrigal tristeza.
La vida camina avergonzada
comiéndose los años que al borde
del vacío continua cantándole
al destino, despojando las nostalgias
que cubren su rostro de un amor
idílico que embellece sus labios
de terciopelo y crepúsculos donde
se dibujan indómitos horizontes
donde las aves sin alas moran.
Euterpe ©
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