12 enero 2022
Escribo
en ayunas. Me pregunto lo siguiente: ¿Por qué no podemos ensimismarnos? ¿por
qué buscamos expresarnos en la levedad de la más efímera sensación tratando de
organizar nuestras ideas en un proceso caótico y rebelde? ¿no sería mejor si
nos abandonamos a la fluidez de la propia existencia, sin ningún afán de ser
objetivados o limitados para disfrutar de la vida y de nuestras impurezas más
íntimas? impurezas de diferentes colores y formas que se fusionarían para
engendrar un paroxismo cervical, o un terremoto. Hallarse lleno de uno mismo y
de otros, con una gran riqueza exterior…obsesionarse por la intimidad hasta
sentir que mueres de felicidad. Y es que es tan raro ese sentimiento, que lo
gritaría. Yo presiento que debería morir y vivir a la vez, como un duplicado
sin sentido, preguntándome a cada instante si tiene sentido buscarle
explicación a ese sentimiento.
Las
personas son extrañas. Es difícil refrenar la energía explosiva de la gente,
pues llegará un momento en que dicha energía será difícil de dominar. Como una
plétora. Existen estados en los que es imposible vivir, de ahí la importancia
de la confesión ya que estando en el inconsciente, la experiencia puede ser
terrible y devastadora. La muerte nos salva de la vida, de extender algo de
nosotros mismos más allá del tiempo y el ocaso que se extingue en el ser. La
inspiración representa aquel lirismo lleno de fuerza de dispersión que rompe
con la objetividad, ya que indica que el ser es incoercible y que aspira como
sea a la expresión del arte. Es en sí una necesidad de expresión que se da en
el sufrimiento y en otras nace cuando se está profundamente enamorado, pero
¿por qué? Porque esos dos estados, diferentes y opuestos por naturaleza y
orientación, surgen de las profundidades del ser, del centro substancial de la
subjetividad, en cierto sentido. La inspiración, ósea la lírica nace cuando la
vida en nuestro interior palpita con un sentido puro y súmmum por la
existencia.
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