Mientras sus ojos aclamaban perdón,
un cuerpo frío vestido de olvido esperaba
sobre el paisaje un milagro que expresara
los ruidos agudos de su corazón, y así
aliviar de cariño, el desnudo silencio que
se hallaba sobre sus pechos. Los libros
abandonan la sombra despertando ecos
de poemas vagabundos y asfixiando la
angustia, donde ella espera inaudible y
distante, a un amante ausente de
palabras y enfermo de esperanza que
codicie con locura, el amor por la
vida y el misterio de los sueños
que cargan sobre si la
sonrisa de los días.
Carlotta De Borbonet ©
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