Con
tus dedos haciendo círculos, en tu silencio
escuchas los suspiros que gritan cuanto lo
quieres. Incógnitamente, bajas por los pasillos donde el azufre penetra odiosamente
tu olfato y el silencio más perfecto, y el más letal se encontraron en el
camino de una mirada, las palabras allí no tuvieron sentido. A veces quisieras
estar en otros cuerpos, en otras pieles, en otras almas, en otras vidas, a
veces quisieras ser un poema, y vestirte de sentimientos que en vida no puedes,
a veces ves cómo se desnuda la alegría y es maravilloso.
La
madrugada es el momento más frágil de la noche, en donde el ser humano
inevitablemente se despoja ante sus nostalgias, tristezas y desesperanzas. Últimamente,
tus reflexiones te llevan a estados delirantes, que ni siquiera la misma
heroína te habían llevado a sentir semejante desdicha, no dejas de vomitar
letras de nostalgia, eso es señal de que poco a poco va muriendo el escritor. No
frecuento ir a clubes literarios, ni estoy inscrita a ninguno; además, no soy
una mujer de linaje social y ni me interesa, como lo he dicho antes. Bogotá,
tierra de héroes caídos, es apenas las callejas del averno y de mi insania inevitable.
Carlotta de Borbonet ©
Julie P. Lizcano Roa