Arrójate sin arrogancia a la vida, levanta la vista
como los fénix que recién surgen de las cenizas y ven lo
hermoso que es el cielo; apártate de la ponzoña que se localiza
justo en la mitad de tu estómago y que te empuja tras una historia
que no puedes cambiar porque el presente es lo único que tienes y tendrás. Libérate y
limpia los caminos de los cuervos que hacen atrasar tu andar, pulveriza los
libros, cómetelos a pedazos o atragántate con ellos, hasta
que la risa llegue a tus labios como una onda de luz, suave y tibia; lee a
Benedetti, a Carlos Ruiz Zafón, a Sabater, a Borges, a Oscar Wilde, a Saramago,
a Gibran, a Jodorowsky, a Vallejo, a Machado, a Cernuda y a todos
aquellos que te ayuden a enfrentar el mundo y así, limpiarte de tanta mierda
que suspende tus sentidos, que te destierra al olvido, que te invitan a los
ángulos oscuros, tristes y fieles para hacerle compañía a tu soledad y que te
desbocan en la ignorancia y en la mentira. Alienta a tu espíritu a contemplar las blandas caricias del amor y la buena compañía,
aprende a soportar la estupidez de la muchedumbre, sacúdete al
resplandor del fuego que aún no se ha apagado y consuela a quienes lo necesitan. Arriésgate a soportar lo insoportable, aprende a decir
adiós cuando sea necesario y añora lo imposible.
Carlotta de Borbonet ©
Julie P. Lizcano Roa
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