En ocasiones, quizás por influencia de algún marciano,
sin darme cuenta traspaso el umbral que me separa
de la mujer alegre que intento ser y abro la
puerta a los monstruos de la melancolía que
escapan y pueblan todos los rincones de esta habitación.
Entonces, guardo el arcoíris, recojo el sol que me
alumbra, doblo la Luna que me llena, endulzo
mis asteroides favoritos y me voy en busca de
una constelación donde pueda establecer mis
pensamientos y juegos mentales. Y si sé todo
esto, ¿por qué me sorprende que viva en el
firmamento, al lado de algún planeta?
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