Tengo que confesar que he tenido un día perezoso.
Iba a escribir un rato, pero no he hecho nada.
Creía poder trabajar y en cambio, he estado algo
fatigada y he descansado. ¿Es un bien o es
un mal de mi parte portarme así? Tengo la
impresión de que soy culpable, pero al mismo
tiempo sé que lo mejor que puedo hacer es
descansar. No quiero escribir. Quiero vivir.
¿Qué significa esto? No es fácil explicarlo. ¡Pero es así!
Es singular esta costumbre mía de no ser tan habladora.
Y sin embargo, mi intención es que esto no lo lean
ningunos ojos más que los míos. Estos apuntes
son privados. Y confieso que nada me proporciona
mayor alivio. Lo que me suele pasar es que si continúo
acabo por emerger. ¡Qué cosa rara! De repente me he
visto en puerta de la sala de lectura en Berlín:
invierno, lluvia, y libros encuadernados de negro.
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Gracias por leerme :)